En México también se han presentado casos de robo de arte, como el sucedido en 2020 en una galería en la Ciudad de México. En esa ocasión se robaron piezas de Leonora Carrington, Javier Martín y Chucho Reyes, cuyo valor alcanzaba los 500,000 dólares.
De acuerdo con esa información, el robo y el tráfico ilegal de arte aumentó desde el inicio de la pandemia de Covid-19, como consecuencia del cierre al público de museos, galerías y zonas arqueológicas para prevenir los contagios, pero que también provocaron una reducción del personal de seguridad y vigilancia en esos espacios, lo que algunos delincuentes aprovecharon. El único problema que tenemos en México es que el robo de arte no es un delito grave, por lo que la recuperación de arte se dificulta mucho.
Todos estos acontecimientos en torno al arte parecen material de una película de intriga y misterio, pero es más frecuente de lo que parece, sobre todo en periodos de inestabilidad política, situaciones de guerra y hasta en circunstancias especiales, como fue el caso de la pandemia.
Esta información viene a colación porque el 15 de abril se ha establecido como el Día Mundial del Arte y este sector se ha visto impactado por acontecimientos especiales, pero también porque - al igual que muchas otras áreas - el mercado del arte se ha visto afectado por el robo de obras, o bien se ha transformado por eventos como la pandemia, por la guerra, el narcotráfico u otras actividades ilícitas.
Sin embargo, recuperar el arte robado es una labor de inteligencia, astucia y contactos internacionales, casi como la película de El Caso Thomas Crown (1999), porque buscar una obra de arte robada es toda una odisea que implica involucrar a países, organizaciones y expertos. Para rescatar una obra de arte, se requieren situaciones especiales para que un seguro aplique.