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#Entrelíneas | #EsMarcelo (El voto en silencio de los empresarios)

La IP ha establecido contacto con los contendientes. Hay un actor de Morena claramente favorito para los empresarios por su apertura al diálogo, pero no es visto como el candidato del Presidente.
lun 12 junio 2023 05:53 AM
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En junio pasado los seis aspirantes suscribieron un acuerdo para mantener la unidad en Morena.

2024 ya está aquí. El próximo 6 de septiembre se conocerá el nombre del candidato de Morena a la Presidencia. Con el afán de iniciar sus recorridos por el país, esta semana renunciarán a sus cargos los aspirantes a esta nominación. Así, la sucesión presidencial ya está en marcha.

Bajo este contexto, al interior de la comunidad empresarial empieza a registrarse un ambiente de interpretaciones y elucubraciones rumbo a 2024 y, desde hace unos meses, se ha establecido contacto con los contendientes a través de una serie de reuniones que han dejado una estela de filias y fobias.

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Al margen de lo que ocurra con los candidatos de oposición, en este momento se proyecta que la o el candidato de Morena será la o el sucesor de Andrés Manuel López Obrador. Frente a eso, hay un actor de Morena que claramente es el favorito de los empresarios por su apertura al diálogo, pero que no necesariamente es visto como el candidato del Presidente.

A raíz del nivel de calentura que registra la coyuntura política, nadie del sector privado hará pública su postura a favor o contra quienes pretenden despachar desde Palacio Nacional a partir del 1 de diciembre de 2024, pero sí quisieran que la balanza se inclinara a favor de alguien que, si bien mantendría la continuidad en ciertos puntos del actual plan de gobierno, creen también que les permitiría recuperar la respiración.

Ricardo Monreal ha tenido episodios buenos con el sector privado, pero su naturaleza política lo hace cargar con negativos. Uno de los aspectos que le permiten tener una buena impresión es su permanente apertura al diálogo. En muchas iniciativas de ley ha buscado la mesura. En pocas ocasiones ha dicho que no le entra a ciertos temas. El consenso en la IP es que es una figura controversial, un político que sabe darle la vuelta para bien o para mal a cualquier negociación, pero es alguien con quien se puede tener un buen trato.

El diagnóstico alrededor de Adán Augusto López también es de claroscuros. Algunos empresarios lo observan como una versión incluso más autoritaria que el Presidente, pero otros sostienen que su diálogo con la IP ha sido muy bueno. El establecimiento de mesas para debatir temas específicos lo dota de reconocimiento. Por ejemplo, su involucramiento en el debate sobre las ‘acciones colectivas’ y su mediación en la controversia eléctrica, particularmente en el apartado de autoabasto, fueron bien vistos, al tiempo que se percibe su cercanía e influencia con Andrés Manuel López Obrador.

Muchos empresarios piensan que no tiene posibilidades, dado el comportamiento que hoy manifiestan las encuestas. Pero posibilidades tiene y el crecimiento lo puede registrar. Lo que sí se le reconoce en algunos círculos empresariales es que es el único de los candidatos que realmente ha tejido una red política en todo el país. Entonces, sería un error subestimarlo.

Claudia Sheinbaum se percibe, por todas las esquinas, como la favorita del Presidente y quien garantizaría la continuidad de la autollamada Cuarta Transformación. Sin embargo, hay empresarios que la consideran poco preparada en algunos aspectos. Incluso, hay quienes la perciben ‘sobrada’, con esa típica sensación que viene cuando se tiene la confianza de tener la suerte a favor y que es acompañada por la arrogancia y la soberbia. En algunas reuniones, acusan empresarios, ha tratado de aleccionarlos muy al estilo del Presidente.

Marcelo Ebrard es visto como el aspirante presidencial de Morena más conciliador y el más pro negocio. No siempre ha resuelto asuntos, pero siempre ha estado muy dispuesto a atender solicitudes del sector privado, está más aterrizado en el mundo y tomó el control en ciertos asuntos estratégicos.

Por ejemplo, el excanciller fue muy activo para lograr el diálogo con las autoridades de Estados Unidos para intentar recuperar la Categoría 1 en seguridad aérea; también, aunque no se involucró en el debate integral de la reforma eléctrica, sí participó en algunas negociaciones con empresas afectadas.

El episodio que le generó mucho aplauso fue durante la pandemia por Covid-19, cuando la iniciativa privada, ante la cerrazón de las autoridades sanitarias, recurrió a él para que intentara convencer a sus pares de que aceptaran la ayuda de los empresarios para comprar vacunas. Para entonces, el objetivo era acelerar el programa de vacunación y no perder dos lotes con millones de dosis de Moderna y Johnson & Johnson. Marcelo Ebrard logró sentar a los empresarios con las farmacéuticas, pero al final se perdieron 20 millones de vacunas por la negativa de Hugo López-Gatell.

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Vienen meses agitados y, en ese entorno, no hay manera de que la IP pueda incidir en la candidatura presidencial de Morena. Mucho menos, repetir la estrategia de 2018 cuando se enfrentaron abiertamente al entonces candidato Andrés Manuel López Obrador como Presidente. Sin embargo, donde sí pueden tener margen es en impulsar la construcción de ciudadanía y en llamar a participar en las elecciones por un principio elemental: mientras más crezca la participación en el voto, más posibilidades hay para la alternancia.

Al margen de la sucesión presidencial, la verdadera batalla en 2024 estará en el Congreso. Ahí, en las candidaturas para las curules sí podría incidir el sector privado. Finalmente, el desafío es que, gane quien gane la Presidencia, no se lleve la mayoría y así pueda aspirarse a un equilibrio de poderes.

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La carrera por la sucesión presidencial ya comenzó y, frente a eso, entre las preocupaciones del sector privado está saber quiénes llegarán a los despachos que dejan los suspirantes. De inicio, domina la mala sensación de que, más allá de sus competencias, blindarán el tono populista del actual gobierno.

Muchos empresarios consideran que, lejos de construir una estrategia conjunta con el sector público para las inversiones, viene una agenda de temas cargados, dicen, con una alta dosis populista y electorera. Su relación con el poder político transitará por campo minado, de tal forma que ya cuentan con un mal augurio con efectos inmediatos: el Presidente intensificará su activismo político.

Por lo tanto, la estrategia para aprovechar, por ejemplo, el nearshoring contará con ciertas políticas públicas que lo fomenten, pero lo que se impondrá será la materialización de iniciativas en el Congreso que no fueron aprobadas en el pasado periodo ordinario de sesiones y que, según la IP, impactarán principalmente a las Pymes (reducción de la jornada laboral y ampliación del periodo de vacaciones).

¿Hay forma de contrarrestar esta circunstancia? El sector privado no tiene muchas opciones para enfrentar el frenesí presidencial por la sucesión. La narrativa visceral es inútil, pero finalmente es necesario seguir defendiendo la propiedad privada, la inversión en sectores estratégicos (como la energía eléctrica), condenar los frecuentes cambios regulatorios y, sobre todo, promover la estabilidad social a través del empleo.

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Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión.

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