Sin duda, estas creaciones impulsaron la industria y el comercio, mejoraron la movilidad y la conectividad, además de optimizar el flujo de información con coberturas ampliadas. El proceso de globalización fue potenciado por dichas tecnologías, transformando la dinámica social alrededor del mundo.
Pues bien, esta industrialización apoyada en los medios de comunicación en masa, la producción en grandes fábricas y la explotación de recursos naturales, ha ido perdiendo terreno como estándar de desarrollo incuestionable tras el arribo de un modelo de disrupción en los últimos 30 años.
La acelerada evolución del internet y las plataformas digitales ha incidido enormemente en los diversos ámbitos de la actividad humana; en 2023, para hacer negocios, realizar campañas políticas, compartir ideas e incluso socializar, permanecer on-line es de suma importancia.
De acuerdo con John Scully, ex CEO de Apple y Pepsi, dicha transformación no hará sino pronunciarse en los próximos años; aunque el mismo gurú de la tecnología opina que ello traerá ventajas significativas para el emprendimiento y la innovación.
Herramientas como la Inteligencia Artificial, el Big Data, la Realidad Aumentada y el Blockchain ya empiezan a adquirir notoriedad a pasos agigantados. Estamos en la antesala de la Revolución Industrial 4.0. La pregunta es si se trata de una era de cambio o de un cambio de era.
Algunos expertos hablan de las tecnologías mencionadas como Megatendencias; es decir, fuerzas potentes que moldearán el porvenir de la interacción humana de forma extendida, rompiendo paradigmas.
En lo personal, me gusta emplear la analogía de las placas tectónicas bajo la tierra para ilustrar el concepto de Megatendencias, ya que estas se hallan en continuo movimiento, generando efectos considerables (aunque, a grandes rasgos, los cambios no son apreciables en el día a día).
Lo cierto es que la fuerza de la Revolución Digital es mayúscula y continuará penetrando decididamente en la economía, la educación, la salud, la política, etc. El tren tecnológico es imparable.
Cabría esperar que los nuevos paradigmas sean construidos con base en el bien común, beneficiando la calidad de vida de las personas; esta es la vocación de cualquier avance de la tecnología, como ciencia aplicada para un fin legítimo.
Sin embargo, no podemos dar por descontado que el progreso tecnológico-científico que vendrá aparejado con la Revolución Industrial 4.0. y las Megatendencias del Siglo XXI será responsable, incluyente y sostenible.