En México, las carreras centradas en la ciencia, análisis de datos y transformación digital lideran las demandas del mercado laboral, de acuerdo con el IMCO. Paralelamente, persiste una carencia de expertos en tecnología, creando una aparente paradoja laboral.
Ante esta disyuntiva, muchos podrían cuestionar: ¿es esencial dedicarnos a la ingeniería o campos tecnológicos?
Yo elegiría nuevamente mi profesión, soy Doctor en Ingeniería en Automatización e Informática Industrial. Pero es obvio que no todos están destinados o inclinados a seguir la ruta tecnológica, aunque el mercado así lo indique.
Por ejemplo, este año organicé mis vacaciones de verano con ayuda de ChatGPT: reservó vuelos y hospedaje, diseñó un itinerario de lugares para conocer cercanos a mi hotel y de acuerdo al tiempo que iba a estar en el lugar y los gustos e intereses de mi familia. No necesité buscar los mejores precios online, ni encontrar y contactar a un agente.
A pesar de las ventajas digitales, es innegable el valor humano en ciertas experiencias. Las recomendaciones personalizadas de guías turísticos han hecho de mis viajes experiencias extraordinarias con las mejores recomendaciones de aquellos lugares gastronómicos auténticos que no destacan en el ciberespacio, datos curiosos y anécdotas locales, algo que no puede ser replicado por la tecnología.
Sí, seguiremos necesitando agentes y guías turísticos. Solo que estos profesionales ahora pueden también aprovechar la IA para sacar las tareas repetitivas y ocupar ese tiempo en mejorar su servicio, ser más competitivos o darse unas merecidas vacaciones más seguido.
La transformación digital y la automatización no son buenas razones para abandonar nuestros sueños profesionales y optar exclusivamente por vocaciones tecnológicas. La verdadera competencia laboral no proviene de máquinas, sino de individuos globalmente conectados, altamente capacitados y experimentados.
¿Usamos la tecnología… o la tecnología nos usa?
En el libro “The Sallows”, Nicholas Carr retoma dos puntos de vista sobre el uso de la tecnología. Por un lado, los deterministas, consideran que las personas son esclavas de la tecnología y menciona a McLuhan, que asegura en “The Gadget Lover”, que el rol esencial de los humanos es producir herramientas cada vez más sofisticadas para “fecundar” a las máquinas, hasta que llegue un momento en el que la tecnología haya desarrollado la capacidad de reproducirse por sí sola y nos vuelva prescindibles.
Por otro lado, Carr describe que los instrumentalistas ven a las herramientas tecnológicas como artefactos neutrales al servicio de los usuarios. La tecnología es un medio para lograr un objetivo, no tiene propósitos por sí misma.