Hasta poco antes de la pandemia, el entretenimiento se vivía mayormente de manera presencial, considerando lo digital simplemente como un canal adicional de difusión. Sin embargo, el aislamiento nos llevó a cuestionarnos acerca de en qué estábamos invirtiendo nuestro tiempo, qué experiencias realmente nos hacían sentir vivos y cuáles eran nuestras verdaderas pasiones.
Todas estas preguntas están directamente relacionadas con el entretenimiento, viéndolo desde una perspectiva de pasar tiempo agradable. Como seres creativos por naturaleza, hemos sabido aprovechar este momento de introspección para superar la dicotomía entre lo digital y lo físico, dando paso a la era Phygital. Aunque aún enfrentamos desafíos en el desarrollo de hardware y software, el foco debe venir en función del propósito y los esfuerzos para educar a una industria que se rige por la necesidad de reflejar el ego en sus ídolos.
Hoy en día, después de haber experimentado la capacidad del mundo virtual para ampliar las ofertas de entretenimiento y demostrar una nueva forma de crear contenido, conectar con el público y llevar el espectáculo a una era de innovación, la industria debe buscar la combinación perfecta entre lo físico y lo digital. Esta fusión, conocida como ‘phygital’, permitiría llevar el desarrollo del entretenimiento a un nivel que aproveche las ventajas de ambas partes, creando un modelo revolucionario en el cual los consumidores ya no son meros espectadores, sino que se convierten en parte integral de la experiencia.
La convergencia de lo físico con lo digital ha desencadenado un abanico de posibilidades. Con experiencias virtuales y vivencias únicas, es posible redefinir la relación entre consumidores y marcas. Estas innovaciones diversifican las opciones de entretenimiento, y fomentan una conexión más profunda y personal con el arte y la cultura a través de comunidades. Los artistas tienen la oportunidad de vender contenido original, como obras de arte, música, merch y activos culturales digitales exclusivos, abriendo nuevas fuentes de ingresos y proporcionando una mayor trazabilidad de las transacciones.
Las marcas mexicanas han comprendido que el consumidor contemporáneo busca más allá de la diversión; anhela conexiones más profundas con las marcas, aquellas que lo guíen a través de los desafíos tecnológicos, medioambientales y culturales. Esto se ha reflejado en el comportamiento del consumidor digital en diversas etapas del proceso. Hemos visto un cambio promovido por la tecnología en la forma en que se estructuran y conectan las comunidades generando que los actores del sector sean ahora prosumidores.
Una forma de aprovechar el potencial del “prosumo” es crear experiencias de “Entretenimiento con Propósito”, que involucren a los consumidores en la co-creación de iniciativas rentables y/o el apoyo de causas sociales. Estas pueden combinar elementos lúdicos y educativos para generar un impacto positivo en las comunidades. Por ejemplo, se podrían diseñar actividades que sensibilicen temas como la diversidad, la inclusión, el medio ambiente, ayudas sociales o benéficas, entre otros. Eso causa un valor agregado para la industria del entretenimiento en México que actualmente factura alrededor 25,000 millones de dólares al año según Statista , y para la sociedad en general, que se beneficiaría de proyectos que fomenten el bien común.