Básicamente podemos determinar a quién presentar nuestras comunicaciones con base en dónde viven las personas en un radio desde dos kilómetros, su edad exacta o intereses genuinos —identificados por un sin fin de acciones llevadas a cabo y registradas en el entorno digital— y más información impresionantemente concreta cómo dónde trabajan o estudiaron, sus grados académicos, si son padres y de qué edad son sus hijos, si han viajado al extranjero en los últimos 6 meses, si son amigos de alguien cuyo cumpleaños será en los próximos 30 días o si se encuentran en una relación “complicada”.
Cabe aclarar enfáticamente que estas plataformas (como Facebook, Instagram, YouTube y TikTok) no venden datos; venden espacios publicitarios con la posibilidad de llegar a audiencias detalladas con base en sus conductas. Son un medio de comunicación muy sofisticado.
Otro fenómeno a considerar es que los creadores de contenido más populares ya no son los expertos productores de cine o televisión sino jóvenes con un teléfono inteligente, a los cuales las plataformas les pagan por cada vista que generan. Esto último ha derivado en producciones rápidas, de bajo presupuesto, comúnmente sin fondo intelectual y diseñadas para captar la atención con estímulos fugaces —porque es lo que más les reditúa—.
Dadas estas circunstancias, se ha desatado una ola de mensajes vacíos que simplemente copian lo que aparentemente genera más interacciones inmediatas (no ventas ni, mucho menos, resultados a largo plazo). Por esta razón, las campañas publicitarias —que imitan lo que le funciona a los creadores de contenido sin entender que ellos tienen una función de productores no de anunciantes— han tendido a tornarse aún más superficiales y menos creativas.
Esto último no sucede porque represente un mayor retorno de inversión sino porque eso es lo que saben hacer mejor la mayoría de las agencias de marketing digital y, por lo tanto, es lo que le dicen a las empresas que se debería de hacer. Los directivos y participantes en dichas agencias suelen ser expertos en alguna cuestión técnica, pero es raro que conozcan sobre cultura, sociología o la mente humana.
¿Cómo se puede pretender conectar con la psique si no se le entiende? ¿Cómo se conseguiría impulsar el comportamiento humano sin comprender qué lo motiva y únicamente enfocados en configuraciones técnicas o promociones?
El marketing digital se ha deshumanizado y reducido a modas compuestas por tecnicismos dogmáticos. Ha dejado de vislumbrar que, al final de cuentas, la publicidad y las ventas se tratan de interconectar con mentes en sus niveles más entrañables. Se ha olvidado que todas las ciencias y humanidades (como la Filosofía, Antropología, Etología, Física, Psicología, Biología y muchas más) son requisito para comunicar adecuadamente.