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Brechas en la lucha vs. el plástico: una mirada a la política pública ambiental

Para reducir las emisiones de plástico y la contaminación necesitamos una combinación de acciones intersectoriales que funcionen conjuntamente.
mié 07 febrero 2024 06:01 AM
A view of remnants of plastic bags in the desert of Ciudad Juarez
La política pública ambiental en México debe centrarse en la eliminación progresiva de los productos petroquímicos, suprimiendo las subvenciones a las infraestructuras de petróleo y gas, considera Pablo Necoechea.

Hoy en día los plásticos están en todos lados: Se encuentran en nuestros coches, ropa, envases de alimentos, etcétera. Nos hemos vuelto expertos en la fabricación de plásticos. Sin embargo, estos acarrean un gran problema: son difíciles de eliminar correctamente. Se calcula que entre los años 2010 y 2020, la economía mundial desechó cerca del 80% de nuestros residuos plásticos en el medio ambiente, en lugar de introducirlos en sistemas de gestión integral de residuos. Además de los retos que plantea una carente gestión de residuos, los plásticos contribuyen al calentamiento global al liberar cantidades significativas de dióxido de carbono. De hecho, estudios de expertos muestran que las emisiones anuales liberadas por el ciclo de vida del plástico en México equivalen a las emisiones totales de Alemania, Reino Unido y Francia juntos.

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Según estadísticas proporcionadas por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), cada ciudadano mexicano consume en promedio 48 kilos de plásticos al año, lo que representa 216 millones de galones de petróleo y 9,000 millones de botellas de plástico que terminan en rellenos sanitarios. México podría ser considerado uno de los países responsables en la contaminación global, al ocupar el 12º lugar en el consumo de plásticos y ser el productor del 2% de plásticos a nivel mundial.

Los plásticos de un solo uso son productos que están hechos principalmente de productos químicos a base de combustibles fósiles y están destinados a ser eliminados inmediatamente después de su uso, con frecuencia en cuestión de minutos. El uso más común proviene de la compra de comida a domicilio o en el establecimiento -el cual se presenta en botellas, envoltorios, pajillas y bolsas- para una mayor comodidad tanto para las empresas como para los clientes.

En un esfuerzo por disminuir el problema, varias ciudades en el país han emitido leyes y normas para prohibir el uso de bolsas de plástico y plásticos de un solo uso. Una de las primeras, fue la capital en 2019, de acuerdo a la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de la Ciudad de México, la cual produce diariamente 12,816 toneladas de desechos sólidos, de las cuales 123 toneladas son plásticos. Sin embargo, la pandemia obstaculizó su aplicación y adicionalmente intensificó su uso. Otras regiones más avanzadas, como la Unión Europea, han buscado todas las formas de prohibirlos y han elaborado leyes para reducirlos de manera sistemática, con la intención de que estén completamente prohibidos para 2030. Los expertos son conscientes de que la mejor manera para lograr una economía circular, evitar la contaminación y prevenir que los plásticos terminen en los rellenos sanitarios o en el mar es reducir su uso.

Los defensores del medio ambiente reconocen el progreso en la implementación de leyes que prohíben el uso de bolsas, popotes y artículos desechables en el país, pero afirman que el logro de esta medida requiere un cambio cultural. Según un informe reciente de la ONU, alrededor de 13 millones de toneladas de plástico son vertidas en los océanos anualmente, y si esta tendencia continúa, para el 2050 habrá alrededor de 12 millones de toneladas de desechos plásticos en los basureros y en la naturaleza. Como consecuencia, se utilizan cinco billones de bolsas de plástico al año y se compran un millón de botellas de plástico cada minuto.

Para reducir las emisiones de plástico y la contaminación necesitamos una combinación de acciones intersectoriales que funcionen conjuntamente. Y nos enfrentamos al desafío de unificar al sector gubernamental (Federal y subnacional), industrial, académico, y social para desarrollar nuevos materiales que reemplacen a los plásticos y reduzcan significativamente el impacto ambiental. Aunque ese futuro parece lejano, los especialistas esperan que llegue el momento en que los plásticos de un solo uso desaparezcan por completo de la industria. E incluso si la industria continúa trabajando en campañas de reciclaje y tecnología para convertirlos en una economía circular, los consumidores deben ser conscientes de los efectos negativos y evitarlos, ya que la industria seguirá produciendo y la cadena de contaminantes seguirá existiendo mientras los consumidores existan.

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La política pública ambiental en México debe centrarse en la eliminación progresiva de los productos petroquímicos, suprimiendo las subvenciones a las infraestructuras de petróleo y gas. Debemos centrarnos en aumentar la competitividad de costes de las materias primas de biomasa, por ejemplo, fomentando la investigación y desarrollo de la fabricación de plásticos biodegradables o compostables. En cuanto a la demanda, es necesario la concientización y educación a la población sobre los impactos del plástico y las alternativas disponibles, y esta tarea es responsabilidad intersectorial para provocar cambios de hábito en nuestro día a día.

Otra brecha importante en política pública ambiental en México es la falta de infraestructura para la gestión adecuada de los residuos plásticos. Se necesitan inversiones significativas en infraestructuras de reciclaje y compostaje para crear un sistema circular que gestione los residuos plásticos de manera eficiente y sostenible. La lucha contra la contaminación por plástico en México requiere un enfoque integral que aborde las unificaciones en la política pública, la infraestructura, la educación y la participación del sector privado. Solo mediante un esfuerzo conjunto y coordinado podremos lograr un cambio significativo y proteger nuestro medio ambiente para las generaciones futuras.

México depende históricamente de los combustibles y el actual gobierno no tiene un deseo genuino de acelerar su agenda climática, pues existen conflictos inherentes entre intereses personales, necesidades específicas de desarrollo y políticas vitales de mitigación climática. Reconocer estos conflictos y encontrar soluciones es fundamental para un futuro sostenible. Es hora de que México cierre las brechas en la política pública ambiental y se coloque a la vanguardia en la lucha contra el plástico. No podemos permitir que este problema siga amenazando nuestro país y nuestro futuro.

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Nota del editor: Pablo Necoechea es experto en sustentabilidad y responsabilidad social empresarial. Es Licenciado y Maestro en Desarrollo Económico por la Universidad Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Maestro en Innovación y Competitividad por Deusto Business School, Maestro en Economía por la Universidad Autónoma de Madrid, y Candidato a Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Gerente Nacional de Sostenibilidad y Cambio Climático en el Tecnológico de Monterrey. Escríbele a pablo.necoechea@tec.mx Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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