Es verdad que hay muchos problemas por resolver y asignaturas pendientes; negarlo sería caer en el error. Empero, los seres humanos contamos con las capacidades necesarias para hacer frente, incluso a las situaciones más complejas.
En los últimos 100 años, el desarrollo científico y tecnológico ha sido impresionante. Gracias al talento y esfuerzo humanos, hemos conseguido incrementar la esperanza de vida, sacar a una buena parte de la población mundial de la pobreza, y mejorar la calidad de vida de la gente.
Sin embargo, se habla poco de los avances que hemos obtenido, por permanecer centrados en aquello que está mal y debe corregirse. Si bien me parece correcto mirar hacia adelante, considero que el pesimismo sin miramientos genera mucho daño.
En primera instancia, todo progreso se construye a partir de lo que han hecho nuestros antecesores generacionales. El conocimiento, la ciencia y la técnica se acumulan y nos traen prosperidad -no obstante, falte mucho por hacer-.
Negar los logros de la humanidad es no reconocer las luchas históricas en temas fundamentales como derechos y libertades. Las hazañas del pasado deben servirnos como fuente de inspiración y motivación para caminar hacia el futuro.
La actualidad nos ofrece múltiples herramientas tecnológicas para trabajar en favor de un mejor mañana. Por ello, hoy más que nunca, debemos colocar el foco en el pensamiento humanista y en los principios éticos.
¿Es factible imaginar un porvenir de mayor igualdad social y económica? Por supuesto que sí. Cada vez hay mayor conciencia respecto de la urgencia por crear sociedades menos desiguales. No solamente se trata de una cuestión ética, sino que la amplia brecha entre ricos y pobres trae desestabilidad sociopolítica, generando crisis.
Las políticas públicas de los gobiernos deben atender las carencias de los grupos más vulnerables. A la par, la iniciativa privada, la academia y las organizaciones no gubernamentales están llamadas a promover estrategias para impulsar el desarrollo económico parejo, contribuyendo al bien común.
¿Es viable edificar la paz en el entorno? Sin duda, pero requerimos de la participación de todos los sectores de la sociedad. La pacificación no es responsabilidad exclusiva del gobierno. Iniciativas de asociaciones civiles y empresariado han demostrado ser efectivas en reducir los índices de violencia y delincuencia en determinadas comunidades.
La paz se construye todos los días, de la mano de valores sociales como la empatía, la generosidad y la solidaridad. En contraparte, los actos de violencia y el crimen aparecen cuando se deja a un lado el entendimiento, y no se atienden las causas principales de la marginación y la exclusión.