Y es que evidentemente los grandes personajes del pasado y del presente han ejercido una posición de poder y liderazgo para lograr sus cometidos. Virtudes como la inteligencia, la capacidad de persuasión y el carisma son características de los hombres y mujeres que trascienden.
Así, cabe decir que el poder como elemento no es ni bueno ni malo en sí mismo, sino que constituye una herramienta que debe emplearse por el líder con determinación y responsabilidad.
Del mismo modo que un martillo puede utilizarse para edificar una casa de madera, o para golpear a alguien y causarle heridas de gravedad, el poder puede generar muchos beneficios o enormes daños.
Sin embargo, gran parte de la población asocia el término poder con una connotación negativa. Al escuchar esa palabra, probablemente viene a su mente el recuerdo de un mal jefe, un gobernante corrupto o un famoso impresentable.
Lo anterior es preocupante, porque la pérdida de legitimidad de quienes toman decisiones y ocupan cargos de liderazgo indica una suerte de decadencia social que pudiera derivar en inestabilidad y polarización.
La perversión del poder deviene cuando lo único que se busca es gozar de los privilegios de una posición de mando. La carencia de escrúpulos lastima la credibilidad de cualquier líder.
Para plantearlo de forma contundente: el poder nunca debe ser entendido como un fin, sino como un medio para alcanzar objetivos y mejorar la realidad, a través del cambio.
Tanto en la empresa como en las organizaciones no gubernamentales, pasando por el sector público, los altos directivos están llamados a asumir un rol de compromiso y diligencia para dar resultados, de modo honesto.
Aquí entran la dimensión ética y la visión humana que deben arraigarse en aquellas personas que aspiran a ejercer el poder en cualquiera de sus modalidades. En este sentido, el papel de la formación es crucial: repensar el poder se torna apremiante.
Ejercer el poder correctamente es fomentar el trabajo en equipo, con el propósito de impulsar las cualidades de cada integrante del grupo profesional, en un entorno de complementariedad, confianza y respeto.