La gestión eficiente del agua es otro frente crítico. Con la creciente escasez y la irregularidad en la disponibilidad del agua, las empresas deben invertir en tecnologías para su tratamiento y reutilización. No es suficiente con cumplir normativas; se trata de un imperativo ético y de supervivencia a largo plazo.
La transformación digital ya no es una opción, sino una necesidad. La adopción de tecnologías como la Inteligencia Artificial, el big data y soluciones de ciberseguridad será fundamental para mejorar la eficiencia operativa y proteger la información sensible. Sin embargo, la verdadera revolución digital radica en la capacidad de las empresas para innovar y mantenerse competitivas en un mercado global cada vez más dinámico.
En este sentido, la competencia global impone un ritmo vertiginoso que obliga a las empresas mexicanas a innovar continuamente. La digitalización no solo mejora los procesos internos, sino que también abre nuevas oportunidades de mercado y canales de interacción con los clientes.
El próximo sexenio probablemente verá una regulación más estricta en términos ambientales y de gobernanza. Las empresas deberán fortalecer sus reportes ASG (Ambiental, Social y de Gobernanza), asegurando la verificación independiente de sus prácticas sostenibles. La transparencia y la responsabilidad social corporativa ya no son solo ventajas competitivas, sino requisitos esenciales para operar en el mercado actual.
La presión por promover la igualdad de género, la inclusión y la diversidad en el lugar de trabajo continuará aumentando. Implementar políticas inclusivas no solo es justo, sino que también mejora la cohesión interna y la productividad. Además, el respeto y la promoción de los derechos humanos en todas las operaciones y cadenas de suministro serán cada vez más escrutados, requiriendo supervisión y medidas correctivas cuando sea necesario.
La incertidumbre económica y política presenta un desafío persistente. Las empresas tendrán que ser más ágiles y resilientes para adaptarse a posibles cambios en la política fiscal y comercial. La mejora de la infraestructura y la logística es crucial para el crecimiento económico y la eficiencia operativa. Sin embargo, estas áreas pueden enfrentar restricciones presupuestarias y políticas que dificulten su avance.