Según el Servicio Meteorológico Nacional, el país atraviesa la peor sequía en 100 años, con el 75% del territorio nacional presentando sequía moderada a excepcional al 31 de mayo del presente año, y el 34% en condiciones extremas o excepcionales. Además, el nivel de las presas, según Conagua, se encuentra en un crítico 32%, especialmente en el noroeste del país.
El cuidado del agua es un tema que nos corresponde atender a todos. Desde nuestro lugar de trabajo u hogar tenemos la responsabilidad de cuidarla y realizar acciones, grandes o pequeñas, que nos ayuden a ello.
A través de mi experiencia y en la posición que actualmente ocupo, estoy convencido de que esta situación pone de manifiesto la urgente necesidad de adoptar tecnologías innovadoras y sostenibles en la agricultura para mitigar el impacto del cambio climático y garantizar la seguridad alimentaria.
Para entender el contexto completo, es importante tener a la mano información oficial y confiable. Por ejemplo, el Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) reporta que el registro de hectáreas sembradas en México en 2022 fue de más de 16 millones, una reducción de casi el 25% respecto a los niveles prepandemia debido a diversos factores. En 2023, la superficie siniestrada por sequía ascendió a más de un millón de hectáreas, un 500% más que en 2022. Esta devastación supera incluso la registrada en 2020, cuando la pandemia y otros factores llevaron a la pérdida de más de 620,000 hectáreas de cultivos.
Por otro lado, en 2023 e inicios de 2024, tuvimos la presencia del fenómeno El Niño, con matices nunca antes vistos, que se caracteriza por un calentamiento inusual de las aguas del océano Pacífico. Esto generó sistemas anticiclónicos que incrementaron las temperaturas a niveles récord en muchos municipios del país. Esta inestabilidad climática demanda una respuesta inmediata y efectiva.
En este contexto, se vuelve prioritario desarrollar infraestructura e implementar tecnologías que permitan mitigar los efectos de esta crisis en un país altamente propenso a condiciones de sequía y estrés hídrico no sustentable. Es decir, que no recupera los volúmenes de agua que se pierden o utilizan año con año, a menos que se presenten fenómenos meteorológicos atípicos que aumenten la precipitación promedio anual. El sector agrícola juega un papel fundamental en esta situación, ya que cerca del 76% del agua dulce disponible en México se utiliza en esta actividad. Es fundamental innovar, adaptarnos y mejorar para satisfacer de una manera sustentable las necesidades alimentarias de la población en México y en el mundo, produciendo más alimentos con menos recursos, atendiendo en paralelo los retos ambientales que hoy enfrentamos.
A nivel global, el riego por gravedad, método que incluye el riego por inundación y el riego por surcos, sigue siendo ampliamente utilizado en diversos cultivos y en muchas regiones, particularmente en Asia, África y Latinoamérica. Estas técnicas dominan debido a su simplicidad y bajo costo en el corto plazo, aunque son métodos muy poco eficientes y nada sustentables a largo plazo. Enormes cantidades de agua se desperdician, ya que datos de la industria revelan que la eficiencia de estos métodos es de apenas de entre 40% y el 50%. Es decir, de cada litro de agua destinado al riego agrícola, aproximadamente la mitad se pierde en la conducción, ya sea por evaporación o fugas. El resto del caudal que llega a la parcela tampoco se aprovecha cabalmente en el cultivo, ya que las escorrentías y el arrastre generado por dicho método se drenan hacia el mar, contaminando con agroquímicos y fertilizantes las aguas de los océanos y disminuyendo innecesariamente los caudales de ríos y el agua disponible en pozos.
Bajo estas circunstancias, el alimentar a una creciente población mundial con un uso más eficiente de los recursos, entre ellos, el agua y el suelo, además de una marcada inestabilidad climática, parece no solo retador sino también bastante complejo. Sin embargo, en años recientes y ante tal necesidad, los métodos para producir alimentos han evolucionado notablemente. Un claro ejemplo de ello es la tecnología de riego por goteo o micro irrigación, que se destaca por ser altamente eficiente ya que permite aplicar cantidades exactas de agua, nutrientes y productos de protección al cultivo justo en la zona de raíces, donde el cultivo lo necesita. Este método ha sido especialmente valioso en regiones áridas y con escasez de agua, permitiendo la producción de alimentos en las condiciones más adversas, buscando no solo un aumento en la producción sino también en la rentabilidad general del sector.
Culturalmente, es en el norte del país, donde existe mayor escasez de agua, donde la aplicación de esta tecnología es cada vez más común. La producción agrícola es mucho más eficiente y rentable que en el centro y sur del país, donde hay mayor disponibilidad de agua, pero se utiliza para riego con métodos poco eficientes.
El mayor beneficio del riego por goteo no solo está en el ahorro de agua y nutrientes, sino también en el notable incremento en la producción, que en algunos cultivos incluso es del doble que con otras técnicas como el riego rodado. Además hace más eficiente la distribución de fertilizantes, que son fuentes de nutrientes del cultivo.