Transformar el proceso electoral con digitalización es una discusión que lleva varios años y su transición conlleva retos significativos. El voto electrónico promete agilidad, accesibilidad y una reducción de costos, principalmente; pero también enfrenta obstáculos en términos de seguridad, privacidad y equidad.
Ahora bien, ¿cuáles serían los principales beneficios? En países donde existen regiones remotas con difícil acceso a las urnas físicas, las elecciones electrónicas podrían aumentar la participación ciudadana. La población emitiría su sufragio desde cualquier lugar con conexión a internet, reduciendo significativamente las barreras geográficas y de movilidad.
El conteo de votos podría ser procesado casi instantáneamente impactando no solo en la aceleración de obtención de resultados, sino también reduciría la incertidumbre y las tensiones después de los comicios.
Y si bien la implementación de un sistema digital puede ser costoso, a largo plazo tendría ahorros considerables. Por ejemplo, en la reducción de papeleo, la logística del transporte de urnas o la contratación de funcionarios de casilla.
Otro factor por considerar es el de seguridad y transparencia. Los sistemas de voto digital modernos pueden incorporar tecnologías avanzadas de encriptación y verificación para garantizar la seguridad y la integridad del voto. Mitigando así algunos de los problemas de fraude electoral.
Por otro lado, existen desafíos que si bien no son imposibles de superar, requieren de un gran esmero. Por ejemplo, en diversas latitudes aún se enfrenta una brecha digital significativa. No toda la población tiene acceso a internet o cuenta con la infraestructura adecuada para conectarse a dispositivos electrónicos. Esto puede crear una drástica desigualdad, favoreciendo a las áreas urbanizadas sobre las rurales.
Aunado a esto, los ciudadanos tienen una alta desconfianza en los procesos electorales. Esta resistencia al cambio dejaría a los gobiernos en turno la ardua tarea de implementar una campaña masiva para desmitificar la adopción de la tecnología en los comicios.
Finalmente, aunque estos sistemas pueden ser seguros, ninguno está exento de vulnerabilidades. Los riesgos de ciberataques, interferencias externas y fallos técnicos son preocupaciones legítimas que deben ser abordadas con robustas medidas de seguridad y protocolos de contingencia.