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¿Cómo serían las elecciones si fueran digitales?

Transformar el proceso electoral con digitalización es una discusión que lleva varios años y su transición conlleva retos significativos.
sáb 06 julio 2024 02:45 PM
¿Cómo serían las elecciones si fueran digitales?
Los ciudadanos tienen una alta desconfianza en los procesos electorales. Esta resistencia al cambio dejaría a los gobiernos en turno la ardua tarea de implementar una campaña masiva para desmitificar la adopción de la tecnología en los comicios, apunta Mario Chao.

La tecnología nos ha permitido abrirnos camino a todos los sectores y los procesos electorales es uno de ellos. Esto no es novedad, más bien, diría que es una evolución natural dado los avances en la transformación digital, como la adopción de Inteligencia Artificial, la nube, los procesos automatizados, entre otros.

De acuerdo con el instituto especializado en datos electorales, MIT Election Data + Science Lab, la tecnología en las elecciones se remonta al año 1890, donde se incluían en los procesos máquinas mecánicas de palancas. Luego, en 1960, vino el escaneo de papeletas, y 10 años después aparecieron las máquinas electrónicas de registro de votos. De aquí saltamos a los 2000, con la llegada del internet fue cuando se empezó a utilizar el voto a distancia en línea a mayor escala; según la red de conocimiento electoral ACE.

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Transformar el proceso electoral con digitalización es una discusión que lleva varios años y su transición conlleva retos significativos. El voto electrónico promete agilidad, accesibilidad y una reducción de costos, principalmente; pero también enfrenta obstáculos en términos de seguridad, privacidad y equidad.

Ahora bien, ¿cuáles serían los principales beneficios? En países donde existen regiones remotas con difícil acceso a las urnas físicas, las elecciones electrónicas podrían aumentar la participación ciudadana. La población emitiría su sufragio desde cualquier lugar con conexión a internet, reduciendo significativamente las barreras geográficas y de movilidad.

El conteo de votos podría ser procesado casi instantáneamente impactando no solo en la aceleración de obtención de resultados, sino también reduciría la incertidumbre y las tensiones después de los comicios.

Y si bien la implementación de un sistema digital puede ser costoso, a largo plazo tendría ahorros considerables. Por ejemplo, en la reducción de papeleo, la logística del transporte de urnas o la contratación de funcionarios de casilla.

Otro factor por considerar es el de seguridad y transparencia. Los sistemas de voto digital modernos pueden incorporar tecnologías avanzadas de encriptación y verificación para garantizar la seguridad y la integridad del voto. Mitigando así algunos de los problemas de fraude electoral.

Por otro lado, existen desafíos que si bien no son imposibles de superar, requieren de un gran esmero. Por ejemplo, en diversas latitudes aún se enfrenta una brecha digital significativa. No toda la población tiene acceso a internet o cuenta con la infraestructura adecuada para conectarse a dispositivos electrónicos. Esto puede crear una drástica desigualdad, favoreciendo a las áreas urbanizadas sobre las rurales.

Aunado a esto, los ciudadanos tienen una alta desconfianza en los procesos electorales. Esta resistencia al cambio dejaría a los gobiernos en turno la ardua tarea de implementar una campaña masiva para desmitificar la adopción de la tecnología en los comicios.

Finalmente, aunque estos sistemas pueden ser seguros, ninguno está exento de vulnerabilidades. Los riesgos de ciberataques, interferencias externas y fallos técnicos son preocupaciones legítimas que deben ser abordadas con robustas medidas de seguridad y protocolos de contingencia.

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La tecnología representa una gran oportunidad para modernizar el proceso electoral y sin duda marcaría un antes y un después. Países como Brasil e India han migrado en su totalidad a lo digital. En el caso de México, se han realizado ejercicios en diferentes entidades con urnas electrónicas; pero aún tiene áreas de oportunidad.

El camino hacia unas elecciones digitales no será sencillo ni rápido. Requiere concentrar grandes esfuerzos para educar y ganar la confianza del electorado, así como implementar rigurosas medidas de ciberseguridad que garanticen su legalidad y transparencia. Sin embargo, si se hace correctamente, podría ser un paso significativo hacia una democracia más inclusiva.

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Nota del editor: Mario Chao es CEO de NTT Data México. Síguelo en LinkedIn. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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