Muchos de los grandes avances científicos y tecnológicos del siglo XX, que a la postre se convirtieron en soluciones que contribuyeron al desarrollo económico y social, se debieron al papel emprendedor que asumió el Estado. Su compromiso e involucramiento es muy importante pues de ello depende el impulso a la investigación en áreas que requieren de inversiones de largo aliento, que solamente verán tasas de retorno en plazos muy largos.
Innovación y prosperidad. Cooperación hacia la búsqueda del bien común
Diversas investigaciones en la materia han mostrado que el avance de las etapas tempranas de tecnologías como: internet, GPS, la pantalla táctil, el algoritmo que utiliza Google, moléculas base de nuevos medicamentos, entre otras, han sido posibles debido a la decisión de toma de riesgos realizado por fondos de carácter público. En esta realidad el sector privado mexicano también debe comenzar a realizar esta toma de riesgo, a través de financiar la inversión de largo plazo que se necesita para avanzar en la maduración y desarrollo de las nuevas tecnologías surgidas de los ámbitos universitarios.
Es pertinente el que la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, considere el impacto positivo que trae consigo el impulsar y favorecer la cooperación dinámica entre los distintos participantes en el surgimiento de la innovación.
La cooperación entre estos actores debe centrarse en un enfoque hacia la búsqueda del bien común, en donde el bienestar de la sociedad sea el propósito por alcanzar, con ello las empresas, las universidades y el gobierno podrían establecer objetivos claros pensados a largo plazo, con el conjunto de acciones y recursos necesarios a corto plazo que permitan cooperar más que competir.
La búsqueda del bien común debiese ser la razón por la cual se hace necesaria la inversión pública creciente hacia el fomento de la innovación, sin duda este rol e involucramiento del sector público no debe ser visto como una intensión por desplazar la participación del sector privado, se trata de comprender realmente un ecosistema mucho más dinámico, una relación de unidad hacia el bien común.
Este enfoque presenta claras oportunidades para el diseño y la creación de conglomerados industriales de alta tecnología con vínculos con las universidades e instrumentos de inversión enfocados a apoyar la maduración de tecnologías en sus fases iniciales, tenemos que darle la bienvenida a la incertidumbre y no necesariamente quitar los riesgos nada más. Se debe ir a una visión de trabajo conjunto en unidad para visibilizar y construir otras narrativas. Muchos países están creando centros de excelencia para establecer las condiciones óptimas para elevar la calidad de la investigación y el impacto.
La innovación es esencial para el crecimiento económico y el progreso social, esta realidad supone invertir en una amplia gama de activos complementarios más allá de la realizada por las universidades en cuanto a la maduración de sus resultados de investigación, estos activos intangibles demandan una inversión mayor que incluso supera la inversión en capital físico (maquinaria y equipo).
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Entender la cartografía del conocimiento y los flujos de la innovación que presenta México, es una tarea compleja, que requiere la construcción de diálogo y vínculos entre los actores (empresas-universidades-gobierno), que combine la investigación orientada a solucionar las necesidades del mundo real con la correcta valoración económica de sus resultados, que considere su capacidad para generar beneficios en un lugar, en un momento, y en unas circunstancias particulares y no únicamente a la luz de transacciones de mercado comparables, lo que ya resulta bastante difícil cuando se trata de tasar activos tangibles basados en resultados de investigación científica en etapas tempranas, ya que nunca es posible encontrar una transacción que resulte realmente comparable.
Es crucial comprender que el papel del Estado consiste en acompañar y complementar la cooperación entre las universidades y las empresas en el proceso de transformar la excelencia científica en creación de valor económico.
Implicarse en el desarrollo de alto riesgo desde las primeras fases de la investigación aplicada significa favorecer la inversión en las innovaciones necesarias para el bienestar de la sociedad y el avance de la competitividad de las empresas.
Las tecnologías universitarias deben centrarse en desarrollar propuestas de valor específicas, ilustrativas y cuantitativas, capaces de ir de lo abstracto a lo concreto, para integrarse y converger en funciones estructurales coherentes capaces de unirse a una trayectoria en la evolución de la atención de una problemática social o industrial, para ello es relevante el establecer mecanismos de diálogo y colaboración con el sector empresarial para recibir retroalimentación que ayude a los investigadores a mejorar sus proposiciones de valor.
Los desarrollos tecnológicos originados en las universidades, sin una proposición de valor definida, serán incoherentes y disfuncionales frente a estructuras funcionales concretas en la atención de los problemas que aquejan a la sociedad. Crear una proposición de valor para explicar cómo una innovación ofrece un valor superior comparado a otras alternativas es esencial.
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La innovación demanda la colaboración entre las empresas y las universidades con el propósito de crear y ofrecer valor a la sociedad mayormente a través de mecanismos de mercado.
Estas tareas son parte importante del liderazgo social y económico de cualquier universidad, pues son un elemento acelerador de las políticas y acciones destinadas a obtener la mayor rentabilidad social, económica y cultural del conocimiento.
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Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es Director Corporativo de Innovación y Transferencia de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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