En una economía en rápida evolución, las universidades desempeñan un papel fundamental como catalizadores de la innovación y el progreso. Algunos estudios muestran que los artículos científicos pueden apoyar la base tecnológica de la descripción de patente en tres campos distintos: evidencia científica, como prueba de método o simplemente como referencia del estado del arte.
Las investigaciones universitarias y las invenciones nacidas en sus laboratorios tienen un inmenso potencial para impulsar la transformación social y el crecimiento económico, pero estas tecnologías a menudo surgen incompletas debido a la asimetría de información con la que se define el problema por atender. Por ello es crucial el trabajar conjuntamente con las empresas en la correcta comprensión de las diversas problemáticas de carácter industrial.
Es relevante que tanto las empresas como las universidades adopten una actitud más agresiva de promoción del desarrollo tecnológico interno, capaz de corresponderse con la actual estructura productiva del país.
Por ejemplo, las políticas universitarias podrían fomentar la colaboración con el sector empresarial con el propósito de que la creación de las invenciones se corresponda con la atención de necesidades sociales e industriales reales.
Las deficiencias en el establecimiento de una oferta tecnológica transferible que pueda atraer a inversionistas y empresas para su licenciamiento se debe principalmente a: i) carencias en los mecanismos de difusión y transferencia del conocimiento; ii) un nivel bajo en la cultura empresarial para innovar, y iii) escasa participación del sector empresarial, en el establecimiento de acuerdos con universidades enfocados a reducir de manera conjunta esos obstáculos encontrados en las primeras etapas críticas del desarrollo tecnológico emprendido por los investigadores.
Es ordinario encontrar en el ámbito de la investigación universitaria iniciativas que de principio solo busquen la creación de tecnología con una orientación funcional hacia la solución de problemas en donde no necesariamente existe negocio y es justamente aquí donde adquiere sentido el trabajo colaborativo con la industria, con el propósito de unir el placer de la exploración tecnológica (desarrollo de nuevos dispositivos y nuevas funciones) con una clara orientación de lo que requiere el mercado.
Ejemplos de esto se observan en los casos de Nokia y Motorola, empresas que en sus inicios, a través de sus áreas de investigación, trabajaron en torno a la creación y desarrollo de los primeros sistemas de transmisiones por microondas, los cuales, a la postre, mucho después de validar esa funcionalidad, trabajaron en la construcción de una visión clara de impacto de negocio, para dar lugar al establecimiento de la telefonía móvil, haciendo de estas compañías las primeras en el mundo en establecer la telefonía celular móvil.
El ingeniero de Motorola, Martin Cooper, no se imaginó que, después de muchas investigaciones y mejoras tecnológicas, su proyecto lograría convertirse en uno de los inventos tecnológicos más importantes de la historia.