El derrocamiento del régimen de los Assad ha llegado a su fin. Desde la llegada al poder de Hafez-al-Assad en 1971, y hasta el derrocamiento de su hijo Bashar-al-Assad hace apenas unos días, se ha cerrado uno de los capítulos más graves en materia de derechos humanos, pero a su vez abre serias dudas sobre el derrotero del proceso interno de aquella nación, especialmente porque la trayectoria de los gestores de esta transición, es decir, los grupos rebeldes que han entrado a Damasco no invitan a tener expectativas positivas.
Siria. Las migraciones que vienen desde un pasado no resuelto
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Uno de los daños más graves que ha dejado el régimen de Bashar -al-Assad son los más de 12 millones de sirios desplazados por el conflicto histórico en aquella nación. De esa cantidad, más de 6 millones son refugiados asentados en Turquía, Líbano, Irak o Egipto y más de la mitad de este grupo está compuesto por mujeres, niñas, niños y adolescentes, cuya situación de vulnerabilidad aumenta con el pasar de los días. El crimen organizado transnacional dedicado a la trata y el tráfico está viendo en esta situación un espacio de oportunidad para rentabilizar dicha tragedia.
El fin del régimen de los Assad es visto en el plazo inmediato, como un alivio para millones de sirios que están redefiniendo su proyecto de vida. Cientos de miles buscan regresar tras exilios forzados por la persecución, la violencia o el reclutamiento para integrarse a la milicia. Otros miles están huyendo del país ante la incertidumbre de una milicia triunfante cuya estructura es preocupantemente inestable, frágil, condicionada por sus patrocinadores y expuesta por sus antecedentes terroristas que no pueden ocultar por más que su líder más visible busque cambiar su narrativa.
En el conflicto sirio también se juega un ajedrez complejo de gestionar. La gran perdedora del conflicto es Rusia; la posible ganadora es Turquía, pero a la mitad hay intereses de Irán, Estados Unidos, Irak, Líbano, Israel y un amplio abanico de actores que seguirán presionando para pescar en el río revuelto, especialmente porque los rusos están secuestrados del conflicto con Ucrania; Estados Unidos que está iniciando una transición política y una Unión Europea que sigue, para desesperación del mundo, sin tener una voz propia en el concierto internacional.
En este escenario de inestabilidad, las únicas víctimas de esta ausencia de acuerdos globales son los millones de migrantes, refugiados, mujeres, niños y niñas, que va a seguir generando este conflicto, del cual se ha habla en clave de pasado, pero que tendrá posiblemente sus mayores daños en un futuro cercano si el sistema de naciones no acompaña el proceso de reconstrucción de Siria.
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Nota del editor: Javier Urbano Reyes es profesor e investigador en el Departamento de Estudios Internacionales (DEI) en la Universidad Iberoamericana (UIA), académico de la Maestría en Estudios sobre Migración en el DEI-UIA. Escríbele a javier.urbano@ibero.mx Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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