¿Sabes cuál es la diferencia entre un buen empresario y uno extraordinario? La misma que hay entre un boxeador promedio y un campeón mundial: la mentalidad de triunfo. No se trata únicamente de ganar dinero, aunque es parte del juego, sino de tener una voluntad inquebrantable para resistir golpes. En los negocios, como en el ring, quien tiene verdadera hambre de triunfo es quien termina llevándose el cinturón.
Del ring al consejo. Lo que el boxeo me enseñó sobre negocios

He tenido la fortuna de involucrarme en el mundo del boxeo, apoyando a figuras inspiradoras como Isaac “Pitbull” Cruz. Trabajar junto a él me ha dejado aprendizajes invaluables, especialmente al descubrir los profundos paralelismos entre este deporte y el mundo de los negocios. En ambos terrenos, la verdadera prueba no está en la victoria fácil, sino en la capacidad para mantenerse en pie cuando todo parece en contra.
Igual que un boxeador que se levanta después de recibir un gancho al hígado, un empresario debe encontrar la fuerza para seguir adelante, aun cuando las circunstancias amenacen con derribarlo. Porque, al final, los campeones se forjan en la adversidad.
Voy a darte un ejemplo: imagina una empresa que, de la noche a la mañana, se enfrenta a un competidor con un producto superior y precios más bajos. El golpe es fuerte, pero, es la respuesta de la empresa lo que marca la diferencia.
Un empresario promedio podría paralizarse, entrar en pánico e incluso buscar culpables; uno extraordinario actúa distinto: asimila el impacto, ajusta su estrategia, fortalece su propuesta de valor y encuentra una nueva forma de conectar con su mercado. Es justo lo que haría un boxeador experimentado en medio de una pelea difícil.
La clave está en nunca bajar la guardia. En el ring, cuando el rival lanza un golpe, tienes dos opciones: bloquear o contraatacar. En los negocios es igual. ¿Llegó una crisis económica? Bloquéala y encuentra un nuevo modelo de ingresos. ¿Surgió un competidor más fuerte? Ajusta tu estrategia y lanza un contragolpe. Pero jamás te quedes inmóvil esperando que el problema desaparezca, porque te derribaran por nocaut.
Una gran mentira
Durante años, muchos han creído que emprender es como estar en una película: tienes una idea brillante, la lanzas, generas millones y vives feliz para siempre. La realidad es otra. Hacer negocios se parece más a un entrenamiento para ser campeón mundial: tienes que despertarte antes que los demás, soportar críticas, fracasos, momentos difíciles y, aún así, seguir avanzando.
Lo he visto de cerca en mi propia experiencia y con empresarios que admiro. En los consejos directivos donde he participado, he aprendido que tomar decisiones difíciles es parte del día a día. Cuando llega una crisis, no hay tiempo para lamentarse; se analiza rápido, se ajusta la estrategia y se actúa con firmeza, como un team en la esquina del ring, dictando la táctica con frialdad y enfoque.
Lecciones empresariales desde el ring
Existen algunas reglas del boxeo que, aplicadas a los negocios, pueden marcar la diferencia entre ser un empresario promedio o un campeón indiscutible:
1. Entrenamiento táctico: Un boxeador se entrena para pelear y soportar el castigo. En los negocios, significa estar preparado para lo peor.
2. Estrategia, no improvisación: Un peleador sin estrategia pierde. Igual en los negocios, si enfrentas una crisis o a un competidor fuerte, debes responder con un plan claro.
3. Resistencia al dolor: Los mejores boxeadores no se rinden. En los negocios, si aguantas críticas, competencia y condiciones del mercado adversas puedes ganar.
4. Ataque y defensa: No todos los rounds son para atacar. A veces es más inteligente esperar, reagruparse y observar. En los negocios no te precipites, ajusta y golpea en el momento adecuado.
5. Honra a tu rival: Un boxeador nunca sube al ring creyendo que ganará fácilmente. En los negocios, nunca des por sentado que tu competencia es débil.
El combate más difícil
La pelea más difícil es contigo mismo. Es tu mente la que quiere rendirse cuando las cosas no funcionan. Es tu ego el que busca excusas cuando algo sale mal. Es tu falta de disciplina la que quiere retrasar decisiones difíciles. Si logras dominarte nada podrá detenerte.
He sido testigo de cómo muchos empresarios enfrentan momentos críticos en los que la tentación de rendirse parece más fuerte. Pero los mejores, al igual que los campeones mundiales, entienden que el éxito no se mide solo por el talento, sino por la capacidad de mantenerse. Así que, la próxima vez que tu empresa esté frente a una crisis, hazte una pregunta antes de actuar: ¿quieres ser un competidor promedio o un campeón mundial?
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Nota del editor: Luis Menéndez es CEO en The International Business Hub. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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