Para muchos empresarios, la competitividad de sus compañías se basa en la reducción de costos, la automatización de procesos y la expansión de operaciones. Sin embargo, hay un factor que a menudo se pasa por alto: la energía. Sin una estrategia adecuada para gestionar su suministro, existe el riesgo de estancarse, sin importar cuánto se haya invertido en tecnología o cuánto se haya crecido en el mercado.
Competitividad y la demanda energética, retos que las empresas no están viendo

En lugar de ignorarlo, es fundamental adoptar soluciones energéticas que permitan optimizar la eficiencia y mantenerse competitivos en un mercado global cada vez más consciente de su impacto ambiental.
Un panorama cada vez más desafiante
La red eléctrica en México no crece al mismo ritmo que la demanda. Esta brecha es especialmente evidente en los parques industriales, donde a menudo no se pueden instalar nuevas empresas por la falta de infraestructura energética.
Con frecuencia escucho a colegas decir que su conexión a la red no estará lista sino hasta dentro de un par de años. ¿Y mientras tanto? ¿Depender del diésel? ¿Confiar en que no habrá apagones? ¿Esperar a que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) agilice los trámites? Este escenario, aunque se ha normalizado, es muy ineficiente.
Y cuando finalmente logran conectarse, las tarifas eléctricas pueden dispararse en horarios de alta demanda. Justo cuando más se produce, los costos suben, afectando directamente la rentabilidad. Lo irónico es que esto no depende de lo que haga una empresa, sino de factores externos que escapan a su control.
Las empresas que buscan ser eficientes, productivas y crecer deben enfrentar este reto de frente. Sin embargo, muchas no lo hacen. Se enfocan en importar maquinaria o innovar en productos, pero rara vez se preguntan si tendrán la energía suficiente cuando llegue el momento de producir.
Esto se traduce en operaciones detenidas por días. Incluso, existen fábricas que deben detener sus líneas por cortes de energía. Los costos, la pérdida de confianza y los contratos incumplidos son las consecuencias de esta omisión.
Muchos piensan que la crisis energética es responsabilidad exclusiva del gobierno. Pero la realidad es distinta: se trata de un tema que nos involucra a todos. Las empresas deben dejar de ser consumidoras pasivas de energía y convertirse en actores activos en la construcción de soluciones.
Road map para las empresas
El reto es claro, pero quedarse esperando a que “alguien” lo resuelva es la peor decisión. Las empresas deben asumir un rol protagonista y tomar medidas concretas. Aquí tres acciones clave para comenzar:
1. Incorporar la planeación energética en la estrategia empresarial
No basta con pagar la factura. Las preguntas deben ser: ¿cuánta energía necesitaré en cinco años?, ¿de dónde provendrá?, ¿cómo impactará los costos? Este no es un tema técnico, requiere involucramiento directo de los directores generales.
2. Explorar soluciones energéticas propias o híbridas
Ya no es viable depender solo de la red. Hay que considerar opciones como paneles solares, almacenamiento y generación distribuida. Hoy existen alternativas para todo tipo y tamaño de empresa.
3. Fomentar la colaboración
Compartir experiencias y construir redes de trabajo es clave. Hay clústeres energéticos, cámaras y asociaciones que ya están impulsando soluciones. Participar en ellos puede ahorrar tiempo, dinero y dolores de cabeza.
Si las empresas no reaccionan, el futuro se les pondrá difícil. La demanda energética seguirá creciendo y los requisitos de sostenibilidad serán más estrictos. Los países compradores exigirán cada vez más cumplimiento ambiental, y quienes no estén preparados quedarán fuera del juego.
Porque hoy la competitividad ya no se mide solo por lo que produces, sino por cómo lo produces. Si tu huella de carbono es alta, si sufres apagones frecuentes o si tus costos eléctricos se comen tu margen de ganancia, tu posición en el mercado está en riesgo.
Anticiparse es posible
La competitividad no es una carrera de velocidad, es un maratón. Las empresas que no se preparen en temas energéticos no llegarán a la meta. Muchas aún no quieren ver que la demanda energética es un desafío urgente. Ignorarlo les puede salir muy caro.
Es momento de cambiar la mentalidad: no más “más producción” como sinónimo de crecimiento. La clave está en una mejor producción: con energía suficiente, costos controlados, sostenibilidad y visión de largo plazo.
La energía y la competitividad no son temas técnicos. Son decisiones estratégicas que deben estar en el centro de la conversación. Porque los retos no desaparecen al ignorarlos, se hacen más grandes.
____
Nota del editor: Christian Lara Álvarez es COO y Cofounder de Opslag. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión