Publicidad
Publicidad

México, sin dominio tecnológico; solo 6% de las patentes son de origen nacional

El país necesita cerrar su “brecha insumo-producto” y convertir sus esfuerzos en ciencia y tecnología en innovación concreta.
jue 25 septiembre 2025 06:02 AM
Patentes: el impulso que necesita México para reactivar su economía
El país requiere fortalecer su capacidad manufacturera a través de la diversificación, para ello una parte esencial de esta ruta es una política de propiedad intelectual, organizada y efectiva, considera Juan Alberto González Piñón.

Según el Global Innovation Index 2025 publicado por la OMPI, México ocupa la posición 58 DE 138 a nivel mundial en innovación, se sitúa en el tercer lugar, detrás de Chile (51) y Brasil (52).

Publicidad

El país enfrenta la dificultad de transformar sus inversiones en insumos de innovación en resultados tangibles como patentes, startups escalables y soluciones tecnológicas derivadas de la investigación científica. Necesita cerrar su “brecha insumo-producto” y convertir sus esfuerzos en ciencia y tecnología en innovación concreta. A pesar de ser la duodécima economía más grande del mundo y el decimoquinto mayor exportador, su desempeño en innovación es limitado.

Un claro ejemplo es el número de investigadores por cada 100,000 habitantes, donde de acuerdo con cifras del Banco Mundial y la Unesco, el país ocupa el puesto 78 de 130 naciones, con solo 29.2 investigadores. Esta cifra contrasta notablemente con la de otros países:

- Estados Unidos: 441.24
- Canadá: 432.57
- Suecia: 753.65
- República de Corea:
- Brasil: 80
- Chile: 49

En 2024, el IMPI recibió 16,189 solicitudes de patentes, lo que ubica al país en la posición 15 de 194 naciones. Sin embargo, solo el 6.38% provino de mexicanos, mientras el 93.62% correspondió a extranjeros. Ese mismo año se otorgaron 10,897 patentes, de las cuales únicamente 694 (6.3%) fueron para nacionales.

El país requiere fortalecer su capacidad manufacturera a través de la diversificación, para ello una parte esencial de esta ruta es una política de propiedad intelectual, organizada y efectiva que atenda cuatro pilares:

- Legislación fuerte y actualizada: adaptarse a los cambios internacionales y facilitar tanto la protección de invenciones como su aplicación industrial.

- Oficina de Propiedad Intelectual activa (IMPI): con programas de apoyo a pymes, formación de inventores, transferencia de tecnología y accesibilidad al sistema, para democratizar el uso de patentes.

- Promoción de la invención: establecer incentivos directos a investigadores y fomentar la cultura de innovación en empresas y universidades, cerrando la brecha entre investigación, sector productivo y financiamiento.

- Capacidad endógena de absorción tecnológica: las patentes solo funcionan como catalizador cuando existen capital humano, infraestructura científica y financiamiento adecuados. México debe consolidar su ecosistema de emprendimiento e innovación regional, aprovechando su base manufacturera (automotriz, aeroespacial, dispositivos médicos) y su cercanía a cadenas globales vía nearshoring.

La industria nacional debe visualizar el progreso tecnológico más allá de una simple acumulación de mejoras y comprometerse a incorporar el conocimiento científico como un elemento necesario para pasar de lo abstracto a lo concreto, en el que los activos intangibles de propiedad intelectual tiendan a ser capaces de integrarse a sistemas cada vez más unificados.

Desde el ámbito universitario es necesario introducir un nuevo paradigma en donde los activos intangibles de propiedad intelectual, impulsados por sus resultados de investigación científica, se comprendan como unidades mínimas de sentido tecnológico, análogas a los fonemas en lingüística. Estos activos solo adquirirán sentido (valor) si se combinan en sistemas más amplios que permitan hacer viable la evolución estructural de los procesos industriales a través del desarrollo tecnológico.

Solo a través de esta vía el país podrá impulsar el establecimiento de un dominio tecnológico en el sector industrial en el que los activos intangibles de propiedad intelectual alcancen su mayor coherencia y autonomía. Sin embargo, habrá que advertir que este dominio se realizará plenamente solo en campos en donde las exigencias de seguridad, normativas y de rendimiento obligan a una integración técnica estricta. En cambio, en aquellos sectores industriales en donde la adopción tecnológica dependa de factores sociales, económicos y estéticos, este dominio no se verá realizado.

El dominio tecnológico, entonces, debe entenderse más allá de un sistema cultural y simbólico, donde pesan la moda, el prestigio o el diseño más que la eficiencia funcional; se requiere que las funciones converjan en una misma estructura, de modo que se integran y refuerzan mutuamente.

Este contraste es fundamental para entender que el progreso tecnológico no está en acumular componentes, sino en producir estructuras donde las funciones se integran en una unidad coherente.

Así, en lugar de avanzar hacia la concreción tecnológica, se multiplican dispositivos accesorios o superficiales que satisfacen necesidades inmediatas pero comprometen la coherencia general del sistema. Esta proliferación de componendas refleja una lógica de mercado y consumo más que una lógica tecnológica. De ahí que el mundo cotidiano sea, en gran medida, un sistema abstracto y fragmentado

En este entramado, el papel del ser humano es fundamental ya que él es quien articula tecnologías aisladas en un sistema integral funcional, muchas veces compensando la incoherencia de los propios desarrollos tecnológicos, en la comprensión de que el progreso tecnológico no puede considerarse verdadero progreso si no está orientado al bien común, a una mejor calidad de vida. De este modo, el hombre se convierte en un organizador de tecnologías desorganizadas, un mediador que mantiene unido un sistema material y moral a favor de la contribución al bien común.

Publicidad

El país no puede limitarse a importar tecnología: necesita crear y adaptar conocimiento propio, para ello requiere:

1. Fortalecer infraestructura tecnológica: centros de I+D, especialización y cooperación sectorial.

2. Estimular la producción científico-técnica: proteger y difundir resultados, impulsar publicaciones y patentes.

3. Orientar la I+D al mercado: convertir resultados en prototipos y productos comercializables.

4. Apoyar internacionalización de la tecnología: promover exportación de soluciones locales,

El reto es transformar su dependencia en autonomía progresiva; esto implica diseñar estrategias nacionales de CTI sostenidas; solo así se podrá convertir el progreso tecnológico en un motor real de crecimiento inclusivo y sostenible.

_____

Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es Director Corporativo de Innovación y Transferencia de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad