Infecciones en la niñez, relacionadas con el desarrollo de trastornos mentales
(CNN) - Diversas infecciones presentadas durante la niñez conllevan un riesgo posterior de desarrollar trastornos mentales, de acuerdo con un estudio que se publicó en la gaceta JAMA Psychiatry.
Se determinó que las infecciones que requieren hospitalización se relacionan con un incremento de alrededor del 84% en el riesgo de diagnóstico de cualquier trastorno mental y de un incremento de alrededor del 42% en el riesgo de usar fármacos psicotrópicos para tratar un trastorno mental. Según el estudio, las infecciones menos graves que se trataron con medicamentos antiinfecciosos, como los antibióticos, se relacionaron con un incremento del 40 y el 22% del riesgo, respectivamente.
"El hallazgo sorprendente fue que las infecciones en general (y en particular, las infecciones menos graves, aquellas que se trataron con agentes antiinfecciosos) incrementaron el riesgo de desarrollar la mayoría de los trastornos mentales", dijo Ole Köhler-Forsberg, neurocientífico y doctorando de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, quien dirigió el estudio.
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Sin embargo, enfatizó que en el estudio se encontró solamente una correlación, así que los hallazgos no implican que las infecciones (o su tratamiento) puedan provocar trastornos mentales.
"Los padres no deben tener miedo cuando sus hijos se enfermen o cuando necesiten antibióticos. Las infecciones en sí no son malas. Las personas necesitan las infecciones para desarrollar su sistema inmunitario, pero en algunos casos, la infección puede incrementar el riesgo de desarrollar un trastorno mental. El mensaje en general es que hay una relación íntima entre el cuerpo, el sistema inmunitario, las infecciones, la inflamación y el cerebro", aclaró.
Para el estudio, Köhler-Forsberg y sus colegas analizaron datos sobre la salud de más de un millón de personas nacidas en Dinamarca entre 1995 y 2012; pusieron cuidado particular en su historia clínica, del nacimiento al final de la adolescencia.
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Los datos se obtuvieron de dos registros: el Registro Nacional de Pacientes de Dinamarca y el Registro Nacional de Recetas de Dinamarca.
Los investigadores encontraron relaciones entre cualquier infección tratada y el incremento en el riesgo de recibir un tratamiento farmacológico posterior para varios trastornos mentales de la infancia y la adolescencia. Los riesgos variaron según los trastornos específicos.
De acuerdo con los investigadores, los riesgos fueron mayores en el caso de los trastornos del espectro esquizofrénico, del trastorno obsesivo-compulsivo, de los trastornos de la personalidad y la conducta, el retraso mental, los trastornos del espectro autista, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, el trastorno negativista desafiante o trastorno de la conducta, y los trastornos de tics.
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"Hasta donde sabemos, el presente estudio es el primero que indica que cualquier infección que se haya tratado, incluidas las menos graves, se relacionan con un incremento en el riesgo de desarrollar una gama amplia de trastornos mentales durante la niñez y la adolescencia", escribieron.
El estudio tiene algunas limitaciones, tales como que los datos que se analizaron correspondían a personas de hasta 18 años y no hubo manera de confirmar que los pacientes realmente hayan tenido infecciones y no se haya tratado de un diagnóstico equivocado.
Además, como el estudio se basó en registros y observaciones, "no podemos concluir ninguna causalidad, así que no puede decirse que tal infección provocó tal trastorno mental. Solo podemos especular", señaló Köhler-Forsberg.
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"Al menos hasta cierto grado nuestros hallazgos también pueden explicarse por cosas como la genética o el estatus socioeconómico. Son cosas que tratamos de tomar en cuenta, pero nunca es posible tomar todo en cuenta en estos estudios", agregó. Así que se necesitan más investigaciones para determinar el mecanismo exacto que subyace a la relación compleja entre infecciones y trastornos mentales.
"Principalmente, si tomas a una persona con un trastorno mental (ansiedad, depresión, esquizofrenia), y analizas su tasa de inflamación, es probable que sea más alta. Es probable que haya citocinas inflamatorias involucradas en ese trastorno y no entendemos por qué", señaló William Eaton, profesor de Salud Mental de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, quien no estuvo involucrado en el estudio pero ha llevado a cabo sus propias investigaciones con algunos de los autores.
Las citocinas proinflamatorias son moléculas involucradas en las reacciones inflamatorias del cuerpo. Una concentración mayor de dichas moléculas o alguna clase de disfunción inmunitaria podrían ser la explicación de la relación entre las infecciones y los trastornos mentales, pero se necesitan más investigaciones.
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Otra de las hipótesis a las que se hizo referencia en el estudio es que algunas infecciones podrían entrar al cerebro e influir en los procesos neurológicos o que el tratamiento para las infecciones podría alterar la flora intestinal (el ecosistema de bacterias y otros microorganismos) y que esta alteración podría afectar al cerebro.
"Hay muchos estudios sobre trastornos mentales, inflamación e inmunidad. Los procesos inmunitarios involucrados en los trastornos mentales son terriblemente importantes porque si pudiéramos entenderlos, podríamos prevenir o tratar mejor los trastornos. Todavía no tenemos el entendimiento suficiente para hacerlo", apuntó Eaton.
Lena Brundin y Viviane Labrie, investigadoras del Instituto de Investigaciones Van Andel de Michigan, escribieron un editorial que acompañó al nuevo estudio en el boletín JAMA Psychiatry. Dijeron que los hallazgos son "convincentes".
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"Los resultados del estudio danés dejan varias cuestiones urgentes. Como en el estudio se controlaron factores importantes de confusión y se validaron los hallazgos en una serie paralela, los resultados podrían reflejar un mecanismo biológico causativo. ¿Cuál podría ser este mecanismo? Lo más importante: ¿podríamos reducir la incidencia de trastornos neuropsiquiátricos infantiles debilitantes al atacar la infección?", escribieron Brundin y Labrie.
"Al parecer, la enfermedad empieza a desarrollarse poco después de la exposición, ya que el mayor incremento en el riesgo se observó entre cero y tres meses después de la infección. Estos resultados dan un tinte de urgencia a la necesidad de detallar los mecanismos subyacentes de esta relación, particularmente porque existe la posibilidad de que estos trastornos neuropsiquiátricos graves y ocasionalmente permanentes se reconozcan rápidamente y se traten con compuestos farmacológicos que ya se usan en el ámbito clínico", añadieron.