Ni los influencers consiguen que los niños coman bien
(CNN) - La gente influyente en las redes sociales (influencers: blogueros, personas que publican contenidos y que tienen millones de seguidores) pueden inspirar a los niños a comer comida chatarra, pero cuando se trata de alimentos saludables, su hechizo sobre los jóvenes deja de funcionar, según un nuevo estudio.
Investigadores en Reino Unido estudiaron a 176 niños de entre nueve y once años. Les pidieron que vieran perfiles falsos en Instagram de dos blogueros reales de YouTube, seleccionados por su popularidad entre los niños menores de 13 años. Se dividió a los niños en tres grupos: uno vio fotos de los blogueros con alimentos poco saludables; el segundo vio fotos de los blogueros con alimentos saludables como zanahorias y uvas, y el tercero vio a los blogueros sin alimentos. Luego, les dieron a los niños una variedad de bocadillos saludables y poco saludables.
Los resultados, que se publicaron en la gaceta Pediatrics , indican que los niños que vieron imágenes de los influencers con alimentos poco saludables consumieron en promedio 91 calorías más que el grupo que vio las imágenes sin alimentos y que era más probable que las calorías provinieran de bocadillos poco saludables como gomitas de dulce y chocolates.
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Los niños que vieron a los influencers con alimentos saludables consumieron casi lo mismo que quienes los vieron sin alimentos.
"Al principio pensábamos que cualquier exposición a los alimentos incrementaría la ingesta, pero descubrimos que solo ocurre con los alimentos poco saludables", dijo Anna Coates, estudiante de doctorado de la Universidad de Liverpool y directora del estudio.
Coates se interesó en el tema cuando se dio cuenta de que los blogueros de YouTube estaban presentando publicidad dentro de su contenido y se preguntó si su influencia sería comparable a la de las celebridades tradicionales.
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Cuando las celebridades respaldan alimentos ricos en grasa, azúcar y sal, la preferencia de los niños por estos alimentos aumenta y aumenta su consumo, según se ha demostrado en estudios anteriores.
La investigación indica que los niños consideran que los influencers son más confiables que las celebridades tradicionales, probablemente porque les parecen más cercanos.
"Sabemos que los jóvenes reciben una influencia crítica de las personas a las que consideran sus iguales", dijo Marie Bragg, profesora asistente del Departamento de Salud de la Población del Centro Langone de la Universidad de Nueva York, quien no participó en el estudio.
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Cuando las empresas usan a los influencers de las redes sociales para promover sus productos disfrazan la publicidad de publicación de un amigo, así que la gente es menos capaz de protegerse de ellos, dijo. Las redes sociales "borran la línea entre el entretenimiento y la promoción de forma que la publicidad adquiere un poder singular como no lo habíamos visto antes".
Pero cuando se trata del poder de influir en los jóvenes para comer más sano, el efecto no es igual.
"Estamos diseñados [biológicamente] para ser muy reactivos a las propiedades dulces y saladas de la comida poco saludable y de verdad no estamos programados para comer verduras así, en exceso", explicó Bragg, quien argumentó que no basta con equilibrar la publicidad de alimentos no saludables con la publicidad de alimentos saludables.
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"La comida chatarra les sabe bien a los niños y es muy accesible. Los mercadólogos lo saben y dirigen su publicidad a niños particularmente vulnerables a estas invitaciones sutiles a comer. Esto se suma de forma importante. Se necesitan tan solo entre 70 y 75 calorías al día para que un niño de peso normal desarrolle sobrepeso", explicó Natalie Muth, pediatra, dietista y portavoz de la Academia Estadounidense de Pediatría. Ella no estuvo involucrada en el estudio.
Una de las limitantes potenciales del estudio es que a los niños no se les mostraron imágenes de comida exclusivamente, lo que, de acuerdo con los investigadores, no representa la manera en la que los influencers de las redes sociales promueven la comida.
Sin embargo, Bragg señaló que cree que esto era importante para establecer que los niños que consumían más calorías lo hicieron porque se expusieron a los influencers que anuncian comida, no a la comida en sí.
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Pese a todo, el mensaje central del estudio es clave.
"A final de cuentas, muestra cómo funciona la publicidad de comida y provoca que los niños coman en exceso", dijo Bragg.
Como la obesidad infantil es una de las principales problemáticas de salud para los niños de todo el mundo, los autores afirman que habría que implementar restricciones a la publicidad de alimentos en las nuevas formas de promoción, particularmente en las redes sociales, en donde los jóvenes pasan una parte considerable de su tiempo.
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Muth propone a los padres que limiten el acceso de sus hijos a los alimentos poco saludables para minimizar el consumo inconsciente en reacción a los anuncios en internet. "Tenemos que hacer que esta comida chatarra esté menos al alcance de nuestros hijos; no hay que dejarla en la casa y hay que crear una estructura para las comidas y las colaciones en la medida de lo posible", agregó.
Bragg tiene una recomendación más: los padres de familia pueden hablar con sus hijos sobre la naturaleza promocional de los anuncios. "Sin embargo, lo que influirá mucho más que eso es ponerse en contacto con las empresas". Argumenta que a las empresas les importa lo que los padres piensan porque son los que cuidan qué comida se compra en casa.