Rivera, con más de 33 años de experiencia en la industria automotriz –primero en la extinta Chrysler México, y desde 2005 en Daimler México–, mantiene una postura cautelosa frente a los diversos desafíos que conlleva ser un fabricante de vehículos pesados en el país: enfrentarse a una norma ambiental imposible de cumplir bajo las condiciones actuales, a la par de preservar la confianza de un cliente que, a su vez, tiene otras preocupaciones, como el entorno de inseguridad y la carencia de operadores para sus unidades.
“Ciertamente el año ha sido muy interesante. Nos hemos enfrentado a diferentes circunstancias; se cumplieron 12 meses de una nueva administración federal, se dio la incorporación de la nueva regulación de emisiones contaminantes con la NOM-044, que hace obligatoria la incorporación de la tecnología Euro V/EPA 07 a partir de julio de este año, en combinación hicieron de 2019 un año muy retador”, explica.
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Ante ello, adelantarse a las circunstancias ha sido primordial, y muestra de ello ha sido la entrada en vigor de la NOM-044, que establece límites máximos permisibles de emisión en las unidades nuevas fabricadas que sólo pueden mantenerse mediante el uso de diésel de ultrabajo azufre, disponible en sólo 75% del territorio nacional según cálculos de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT), cuando debería de estar presente en la totalidad del país.
Aunque por el momento la NOM-044 obliga a que la fabricación de nuevas unidades sea con tecnología Euro V/EPA 07 –que funciona con diésel regular y de ultrabajo azufre–, para 2021 sólo se podrán fabricar unidades con tecnología Euro VI/EPA 10, que funcionan exclusivamente con el diésel de ultrabajo azufre del cual el país no ha sido capaz de abastecerse en todo su territorio.