Y es que dar pronósticos precisos sobre el impacto de la recesión aún es aventurado, pues el deterioro de la actividad productiva sigue avanzando, aunque de algo estamos seguros: que el PIB se estancó en 2019.
A principios de este año y antes de que estallara la crisis del coronavirus en el país, los bancos estaban dando guías de crecimiento; ahora el enfoque cambió y las instituciones ahora priorizan la calidad de los activos, señala López Ponce.
La calificadora de riesgo Standard and Poor’s bajó recientemente la calificación de 38 entidades financieras en el país, argumentando que la desaceleración económica de 2019 erosionó la confianza de negocio e inversión del sector privado. La firma también espera que la colocación del crédito sea modesta en 2020 y 2021.
Entre las entidades que sufrieron este ajuste destacan los bancos más grandes en el país por número de activos como BBVA, Citibanamex, Banorte, Santander, Scotiabank y HSBC.
Una de las principales preocupaciones es el índice de morosidad derivado de un aumento en el desempleo y no es para menos: el gobierno federal anunció que en abril se perdieron más de medio millón de plazas de trabajo formales, es decir, los afiliados ante el Instituto Mexicano de Seguro Social (IMSS).
Ángel García, subdirector senior de instituciones financieras en HR Ratings, asegura que el desempleo es un indicador de mayor morosidad debido a que las personas que no tienen un ingreso podrían incumplir en sus pagos. De hecho, algunas instituciones financieras, tras un decreto de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), lanzaron programas para que sus clientes pudieran diferir el pago de sus créditos en plazos que van de 4 hasta 12 meses.
Eduardo López asegura que los bancos que se verán más afectados son que estén menos diversificados y más expuestos a las Pymes. Para poner un ejemplo de lo anterior, la agencia Moody’s dio a conocer que el índice de cartera morosa de Banco Azteca aumentaría aproximadamente 10% desde el 3.7% con el que cerró el 2019.
Fitch Ratings también ha señalado a Banco Azteca y BanCoppel entre las instituciones con mayor riesgo en una economía recesiva debido a su modelo de negocio. Gentera sería otro de los afectados.
En 2009, durante la crisis financiera, la morosidad del sistema –con una caída del PIB de 5.3%- se ubicó en cerca de 4%. En 2019, la banca tuvo un índice de morosidad de 2.2%, ahora, en el primer trimestre de 2020 se ubicó en 2.31%.
Al preguntarle sobre las medidas que puede implementar la banca para evitar que la cartera vencida se incremente, Ángel García considera que habrá más filtros para el otorgamiento de crédito, y en la cartera originada espera que los equipos de cobranza sean más robustos, además, cada banco estará monitoreando con mayor frecuencia la capacidad de pago de sus clientes.