Las empresas de alimentos y bebidas –que producen refrescos y jugos, pastelillos, pan dulce, galletas, pasteles y papas fritas – pierden por año 28,361 millones de pesos de producción bruta, un 0.10% de la producción bruta nacional, y 2,463 mdp en sueldos y salarios, equivalente al 0.6%, debido al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), de acuerdo con una investigación de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
La industria de alimentos y bebidas pierde 28,361mdp al año por IEPS
Los productos a los que más afectó este impuesto, que el gobierno implementó hace cinco años a las bebidas y alimentos con alto nivel calórico –refrescos y comida chatarra— , fueron el pan dulce y las papas fritas, con una pérdida de 15% en ventas, y los que menos afectó fueron a los refrescos y a las galletas, con 3%, debido a que estos últimos son considerados productos básicos.
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“Si bien hay una caída, se mantiene estable el consumo de estos productos. El tema es que las caídas son pequeñas y se traducen en ventas. La caída en el empleo no es despreciable, porque todo lo que son alimentos y bebidas compran bienes agrícolas y utilizan mucho empleo y terminas viendo que el impacto no es despreciable porque son 54,000 empleos”, dice Joana Chapa Cantú, directora del Centro de Estudios Económicos (CIE).
De acuerdo con el índice de Suits, que los investigadores realizaron para medir si este impuestos es progresivo (que afecta más a las familias ricas) o regresivo (a las familias más pobres), los índices calculados indican que el IEPS que grava a los refrescos es de -0.36% siendo los productos más regresivos. Incluso es más regresivo que el de la gasolina Magna en México de -0.3%. "Es 12 veces más regresivo que a esta gasolina”, indicó Cantú.
“No es una sorpresa que estos impuestos especiales al consumo sean regresivos, otros estudios ya lo habían mencionado y hablaban de que tienen estas características. Los hogares suelen dedicar mayor presupuesto a estos alimentos que consideran como básicos, los hogares del decil más pobres le dedican cinco veces más de su presupuesto a estos productos que los del decil más alto”, explicó Daniel Flores, investigador de la UANL.
Las familias más pobres gastan un mayor porcentaje en la compra de refrescos y comida 'chatarra': destinan 2.32% de su presupuesto en refrescos y 4.73% en alimentos como galletas, pan dulce, panqués, pasteles y pastelillos.
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De acuerdo con Flores, estos impuestos afectan a los productos básicos y no atacan los problemas de obesidad. "Sería recomendable quitarlo, nuestro aporte es ponerlo en la mesa y ver cuáles son las repercusiones. El impuesto no cumple el objetivo para lo que fue propuesto y afecta más a los pobres", indicó el investigador.
En 2014, se implementó el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a bebidas azucaradas de 1 peso por litro y se planteó la actualización de la cuota conforme a inflación cuando se acumulara 10%. En línea con la ley establecida, en enero 2018, se actualizó la cuota en un 17%, por lo que hoy en día se paga 1.17 pesos por litro de bebida saborizada. El Paquete Económico 2020 propone que a partir del 1 de enero la cuota aplicable sea de 1.2705 por litro.
Desde que se implementó por primera vez este impuesto, la industria refresquera ha tenido que reformular sus productos para que contengan menos azúcar. “Es por ello que hoy uno de cada dos productos de nuestro portafolio son bajos y/o sin calorías. El compromiso de la industria es tal que pueden encontrar productos con hasta 50% menos calorías que hace seis años”, señaló recientemente la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas.
¿Funciona la reformulación?
Un ejemplo de cómo la industria ha cambiado sus productos se encuentra en Italia. El gobierno se encargó de realizar una asociación con el sector privado en 2015 con el fin de reformular sus productos para bajar los índices de obesidad en los niños de entre 3 y 12 años de edad. “Tenemos diferentes categorías, bebidas, cereales para el desayuno y los resultados, en general, señalan una reducción del 20% en ácidos grasos saturados, un 29% en azúcares en snacks dulces y han aumentado el contenido de fibra en cereales en un 150%”, comenta Marco Silano, director de la Unidad Operativa de Alimentación, Nutrición y Salud del Instituto de Salud en Italia.
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Con ello, se registró un descenso de la obesidad y el sobrepeso infantil en un 13% en los dos años que pusieron a prueba esta reformulación. Las empresas apoyaron de manera importante a la iniciativa, que también se esta llevando a cabo en otros países europeos.
“La reformulación está en Francia, mientras que en Italia estamos involucrados en un proyecto científico que va a comenzar en marzo del próximo año, en donde vamos a recopilar todas las actividades de reformulación que se están llevando a cabo en Europa y vamos a tratar de estudiar su efectividad. Este proyecto lo va a financiar la Comisión Europea”, agrega Silano en entrevista.
El siguiente paso es que la reducción de contenidos calóricos sea mayor, de la mano con un descenso en los tiempos de publicidad de este tipo de productos ricos en calorías.