El conflicto entre Rusia y Arabia Saudita se dio por el desacuerdo en el monto y el tiempo de recortes a la producción de petróleo que debían realizar para afrontar la caída de la demanda que se prevé por el avance del coronavirus, explica Víctor Vidal, analista en mercados energéticos. “Esto desató la guerra comercial entre Arabia y Rusia llevan que llevan la batuta en Medio Oriente, una guerra comercial donde todos los demás países de la zona son meros espectadores”.
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Las naciones anunciaron medidas de descuentos y de incrementos en su producción petrolera en el corto plazo, con el fin de tirar el precio a niveles que causen estrés en las finanzas de su competidor.
Estos movimientos han tumbado los precios de referencia de los barriles Brent y WTI, los más importantes para México, con caídas no vistas desde 1991, dejando correr el pánico a lo largo de todos los mercados financieros internacionales.
Rusia y Arabia Saudita afirman que cuentan con fondos de 500,000 millones de dólares cada uno para afrontar esta batalla, en un golpeteo que durará al menos hasta mediados de año, estima Vidal.
En esta situación, Pemex —que verá caer sus ingresos por esta caída de los precios del petróleo— afronta el temporal en un momento delicado. La estrategia del gobierno ha sido limitar la participación de las empresas privadas en exploración y producción de petróleo y depender principalmente de Pemex. Esto obliga a la petrolera a destinar recursos a proyectos que, bajo esta tendencia de precios, le harán perder dinero, asegura Pablo Medina, vicepresidente de la consultora Welligence Energy Analytics. "El aumentar el gasto en Pemex ahora mismo pone a la empresa en una situación aún más precaria. De mantenerse esos precios por tres a seis meses, será de las peores crisis en su historia”, destaca el especialista.