Usar barba ya no es una opción. En la ‘nueva normalidad’ a la que regresaron los primeros empleados de la planta de Kia, en Pesquería, Nuevo León, el vello facial ya no está permitido, en tanto que, según los protocolos de salud e higiene elaborados por las autoridades sanitarias mexicanas, puede ser un repositorio de virus y bacterias.
Crónica del retorno: así es la 'nueva normalidad' en las plantas armadoras
“En principio, al conocer el reglamento nuevo, hubo compañeros que mostraron un poco de resistencia a quitarse la barba”, explica Víctor Alemán, gerente de Relaciones Públicas de la planta de Kia. Para mitigar el malestar entre los empleados, la compañía inició una compañía interna con un video que hacía énfasis en que ellos podían llevar el virus en la barba a sus seres queridos. “Esa fue una buena estrategia para que ellos mismos empezaran a rasurarse”, añade.
En las últimas semanas, el complejo que produce los modelos Rio, Forte y el Hyundai Accent ha incorporado unas 70 nuevas restricciones que antes no existían en el día a día de los 2,300 empleados que laboran allí. Asimilar estos nuevos hábitos ha sido el mayor reto para los empleados de la planta, en medio de los preparativos para reiniciar el ensamble de los vehículos en los siguientes días.
Ahora, antes de salir de casa, los trabajadores de Kia deben colocarse el tapabocas, tomarse la temperatura al subir al transporte de personal y sentarse al lado de un asiento vacío. Al llegar a la planta, deben tomarse nuevamente la temperatura, pasar sus zapatos sobre un tapete sanitizante y colocarse una careta de protección o unos lentes de acrílico. Nada de besos ni saludos de mano entre compañeros.
Eliminar el saludo mañanero, de mano o beso en la mejilla, tan arraigado en los ambientes de trabajo en México, también ha costado trabajo. “Pero es algo que estamos aprendiendo a hacer”, dice Alemán, quien ahora saluda a sus compañeros de la planta con una pequeña reverencia al estilo coreano.
La hora de la comida, que antes era un momento de interacción, ahora se ha vuelto una experiencia más solitaria: las mesas tienen separaciones de acrílico transparentes, de tal suerte que los empleados ahora tienen la sensación de comer en pequeños cubículos. Hay otros que prefieren calentar su comida en los microondas y comer en sus lugares para evitar el contacto con otras personas.
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El uso de la mascarilla, lentes o careta facial también ha sido otro de los grandes desafíos, puesto que deben tenerlos puestos durante ocho horas, o más. El cuadro de tela con ligas se ha vuelto, dentro de la ‘nueva normalidad’, una prenda más, que al igual que la camisa o el pantalón, no se puede quitar mientras haya más personas en el mismo espacio. “Solo te puedes quitar los lentes por momentos, pero el cubrebocas no, es obligatorio tenerlo siempre”, dice Alemán.
Pese a todos los cambios, Alemán dice que los empleados que ya han regresado a trabajar están motivados. “Después de estar casi dos meses inactivos, hay una motivación muy buena para todos”.
Pero los empleados de Kia no son los únicos que están entusiasmados de volver a trabajar. También los que están regresando a las plantas de Ford están emocionados por el retorno. “Después de estar tanto tiempo fuera, es normal querer regresar y ver que allí sigue tu trabajo”, dice en entrevista Fernanda Ramos, directora de Recursos Humanos de Ford en México.
¿Empleados motivados?
Pero mantener esta motivación por las siguientes semanas se ha vuelto un reto para las áreas de Recursos Humanos de las armadoras, sobre todo porque no hay claridad sobre por cuánto tiempo se pueden extender estas medidas. “No sabemos si se quedaran solo algunas semanas o si tendremos que comer entre acrílicos por siempre”, dice Ramos.
Para para minimizar la incertidumbre y el disconfort que pueden ocasionar las nuevas medidas de seguridad entre los empleados, Ford ha creando líneas de ayuda psicológica, además de campañas de concientización. “No solo es importante decirles a las personas lo que tienen que hacer, sino explicarles la razón de por qué lo deben hacer”, dice Ramos.
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Para los empleados de Ford, mantener la ‘sana distancia’ ha sido el mayor reto. Pese a todas las señalizaciones que ahora les indican dónde pararse, sentarse, lo que pueden tocar y lo que no, en estos primeros días querer conversar con los compañeros sobre las experiencias vividas en estos dos meses es "casi inevitable y comprensible”, dice Ramos.
El departamento de Recursos Humanos de la empresa trabaja en estrategias para reforzar los nuevos hábitos. “Las fallas que hemos observado [en el seguimiento de los protocolos] hasta ahora no ocurren por no querer cumplir sino por la falta del hábito. Saludar a alguien y romper con la ‘sana distancia’ obedece más al hábito que se tenía de hacerlo que al hecho de no querer cumplir con el requerimiento de distanciamiento social”, dice Ramos.
La directora de Recursos Humanos de Ford, que en los días pasados estuvo en la planta de Cuautitlán, Estado de México, para participar en la implementación de los protocolos, dice que los empleados que regresaron, que ha sido un pequeño porcentaje del total de la plantilla, “están muy atentos a todas las señalizaciones”. Su movilidad está ahora delimitada en cada uno de los espacios, desde la entrada, donde hay señalizaciones de cómo los empleados se deben posicionar para hacer el escaneo de la temperatura, hasta los baños, donde también está señalizado lo que pueden usar y lo que no. Las mesas de trabajo, las sillas y los pasillos también tienen marcas que indican a las personas dónde sentarse y por dónde caminar.
En las últimas dos semanas han arrancado la mayoría de las plantas de vehículos y de autopartes en el país. Se suponía que los fabricantes podían tomarse hasta 15 días, del 18 de mayo al 1 de junio, para implementar los protocolos, pero la mayoría logró completar su autoevaluación en menos de 24 horas, gracias a que en las semanas previas habían empezado con las adecuaciones de sus instalaciones a partir de recomendaciones hechas por las autoridades sanitarias y por otras plantas fuera de México que arrancaron operaciones desde hace tres o cuatro semanas.
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En la semana del 18 de mayo, arrancaron operaciones dos plantas de General Motors. La siguiente semana, la última de mayo, siguieron las de Fiat Chrysler, Ford, Nissan, Toyota y BMW. Esta semana arranca la planta de Kia, mientras que las de Volkswagen y Audi reiniciarán operaciones hasta el 15 de junio, atendiendo al decreto del gobernador de Puebla, que pospuso el arranque de las dos plantas alemanas.
Regreso a las oficinas
Mientras los empleados de las plantas están dejando sus viejos hábitos para adoptar nuevos, los corporativos de los fabricantes aún lucen vacíos. Y, según varios directivos consultados, es muy probable que permanezcan a medio gas en los siguientes meses.
“Nosotros ya teníamos un programa de home office bajo el cual ya trabajaba el 10% de la organización antes de la pandemia. Y mucha gente que quizá no se había animado a probar el esquema ahora ha visto los beneficios. Hubo un director que tuvo un bebé en marzo y que en una junta que tuvimos hoy nos decía que haber trabajado en casa en estos meses le había permitido estar más tiempo con su bebé”, dice Ramos.
La compañía ahora está analizando qué porcentaje de los empleados podrá seguir trabajando desde su casa, a fin de mantener la sana distancia, por lo menos durante el resto del año. “Creemos que sí va a haber un cambio en el diseño de las oficinas. Hacia el futuro veo oficinas con menos gente”, dice Ramos.
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También Infiniti, la marca premium de Nissan, explora nuevos esquemas de trabajo para sus oficinas. “Esta distancia que ahora se tendrá que mantener entre personas, de 1.5 metros o hasta dos metros, va a generar una dinámica diferente en las oficinas. Si antes tenías una concentración mayor de personas, ahora las tienes que espaciar: tienes que poner barreras, turnos desfasados o mantener a un porcentaje de la plantilla haciendo home office”, dice Philipp Heldt, director general de Infiniti en México.
Heldt, quien ha estado trabajando de forma remota desde hace dos meses, asegura que este esquema incluso ha elevado la productividad de los equipos. “No sentimos que hemos ‘perdido algo’ por estar trabajando en casa. Por ello, no tenemos urgencia de regresar físicamente a un lugar”, añade.