La planta de Audi reinició operaciones el 30 de junio, al 30% de la capacidad, y desde entonces ha ido incrementando producción bajo un esquema que combina el trabajo presencial con el home office. La fábrica estuvo cerrada 99 días: frenó sus operaciones el 23 de marzo, siete días antes de que la industria automotriz parara al no ser considerada por el gobierno actividad esencial, ante la falta de componentes y la dificultad para trasladar los modelos a los mercados de exportación. Actualmente, opera seis días a la semana: tres turnos de lunes a viernes y dos turnos los sábados.
La reapertura requirió hacer algunos ajustes. Audi incrementó las unidades de transporte, de 73 a 100, para facilitar el traslado de los empleados desde varios municipios vecinos. La mitad de los asientos están cancelados en cada autobús y antes de ingresar el chófer toma la temperatura y proporciona gel antibacterial a los trabajadores.
Una segunda toma de temperatura y más gel antibacterial esperan al llegar a la planta. Todos los empleados llevan cubrebocas y por todo el piso de producción hay contenedores para depositarlos y cambiar por otros nuevo a mitad de la jornada.
En el gran comedor industrial, la dinámica también es distinta: en las largas mesas donde antes se acomodaban hasta ocho trabajadores, ahora solo se pueden sentar dos. En los otros comedores auxiliares, que son más pequeños, se instalaron divisiones de acrílico en las mesas. Han desaparecido las charolas y los menús se sirven en box lunch.
Por los pasillos dentro de las naves se leen carteles con las advertencias que las autoridades de salud han remarcado desde que inició la pandemia: lavado de manos constante, guardar la sana distancia, uso de cubrebocas. Fuera de esas pequeñas modificaciones, la dinámica de la planta es relativamente similar a como era antes de la pandemia: procesos just in secuence que empiezan y terminan con los operadores.
El nivel de automatización de esta planta, que es la más nueva de Audi a nivel global, ha facilitado operar en estos meses con una menor intervención de mano de obra, sobre todo en las naves de prensas, carrocería y pintura, donde hay alrededor de 800 robots. No obstante, la naturaleza de algunas tareas dificulta 'la sana distancia'. Al final de la línea de estampado, por ejemplo, dos empleados verifican codo a codo la calidad de las piezas estampadas que salen de la línea de prensas cada minuto.
Son las 2 p.m. y termina el primer turno. Unos 30 empleados caminan hacia los autobuses que los llevarán de vuelta a casa. Conversan entre ellos con el cubrebocas puesto y con la naturalidad y cercanía de una convivencia cotidiana.