La rentabilidad del José María Morelos y Pavón se alcanzaría con un 40% adicional al costo por hora de vuelo, que se calculó en 362,578 pesos, lo que resultaría en un monto de 507,609.20 pesos. Para cubrirlo, el avión tendría que volar 594.81 horas anuales o 49.56 horas mensuales.
¿Qué significaría esto para los hipotéticos pasajeros? Según un ejemplo de la dependencia, en un vuelo del AIFA a Guadalajara se traduciría en un boleto de 6,345.11 pesos por pasajero, aunque con un detalle importante: el avión tendría que ir lleno. Siempre.
“El principal riesgo identificado para comercializar el uso de la aeronave es su configuración ejecutiva (80 pasajeros), que condiciona a que su ocupación deba de ser del 100% para obtener los indicadores de rentabilidad”, señala el documento.
Además, se advierte que las empresas de aviación de fletamento –o chárters– ofrecen “mejores opciones en cuanto a modelos, características y acondicionamiento de aeronaves, a precios más accesibles”.
Si bien este modelo de avión es utilizado por empresas como Aeroméxico y United Airlines para vuelos de largo alcance, esto tampoco sería viable para el avión presidencial.
En otro ejemplo de un vuelo de México a París, con una tarifa de 30,000 pesos por pasajero, una aerolínea comercial tendría una utilidad de 1.4 millones de pesos con una ocupación de 100% para 250 pasajeros, según el análisis. Sin embargo, con una capacidad de sólo 80 pasajeros, el José María Morelos y Pavón tendría un déficit de más de 3.6 millones de pesos sólo considerando el gasto de combustible.
Por ello, para que fuera rentable, la Sedena tendría que cobrar 75,664.33 pesos por pasajero sólo para recuperar la inversión en combustible, sin contar otros gastos operativos como el pago de servicios de rampa, servicios aeroportuarios, sueldos, gastos de pernocta, entre otros.
Como alternativa, el análisis sugiere el uso del avión como aeronave militar, “para que la Sedena incremente su capacidad en transporte aéreo nacional e internacional, en apoyo a los diversos organismos operativos y del Sistema Educativo Militar, así como de otras dependencias de la Administración Pública Federal”.
Mientras el avión permanezca varado, seguirá generando gastos, y estos no son menores.
Según el análisis del GAFSAOMM, entre los gastos de la pasada administración y la presente se ha desembolsado más de 318 millones de pesos en el avión presidencial. Además, entre el adeudo que hay con Banobras por la compra misma del avión, y otros costos de tripulaciones, combustible y mantenimiento para un año, se estima un gasto adicional de al menos 1,783.4 millones de pesos.
De ahí que, a la fecha, se advierte un riesgo de que el avión se deteriore antes de que se termine de pagarlo.
“Operativamente la aeronave realizaría vuelos de mantenimiento, pero si permanece estática durante largos periodos de tiempo, es probable que se degrade antes de que finalicen los 20 años señalados como horizonte de evaluación; o bien, antes de que se termine de pagar la deuda”, dice el análisis del costo beneficio.