Luis Fernando Haro, director general del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), señaló que, en los primeros meses del año, las exportaciones mexicanas crecieron un 5%, superando el ritmo habitual del 3%. Explicó que este incremento podría deberse a factores estacionales o a que los importadores estadounidenses adelantaron compras para aumentar inventarios antes de la entrada en vigor del arancel del 25%.
“Sí hay un impacto fuerte”, admitió Haro. Reconoció que no hay un cálculo preciso de las pérdidas, pero dejó claro que afectarán a un sector que en 2024 exportó 45,000 millones de dólares en productos agroalimentarios.
“El problema es qué va a pasar con las exportaciones de aquí en adelante, y qué medidas va a tomar el gobierno de México. Estamos confiados en que mediante el diálogo que se pueda mantener con Estados Unidos esto pueda ser momentáneo, porque sería desastroso que permaneciera por mucho tiempo”, añadió.
Diversificación de mercados, una opción a largo plazo
Mientras la industria agroalimentaria mexicana espera una resolución política, algunos sectores ya han comenzado a analizar alternativas. La diversificación hacia mercados asiáticos y europeos es vista como una posible salida, aunque de implementación compleja.
“Los productos son perecederos y su exportación a mercados trasatlánticos es más compleja”, explicó Haro. En el corto plazo, Brasil se vislumbra también como una alternativa.
En paralelo, los empresarios del sector discuten la posibilidad de que México responda con un arancel espejo, lo que encarecería granos como el maíz y derivaría en aumentos en productos básicos como carne, leche y huevo.
Para Francisco Jaraleño, presidente del Consejo Mexicano de la Carne (Comecarne), esta medida es preocupante debido a la dependencia de México en la importación de proteínas cárnicas, especialmente cerdo. “Un arancel desde México sí tendría un efecto”, reconoció.
Los productores estadounidenses también comparten esta preocupación. Gerardo Rodríguez, director general de US Meat, sugiere que una respuesta similar por parte de México solo agravaría el problema.
“Claro que al exportador estadounidense —y a nadie— le conviene que México imponga un arancel. Estamos viviendo en una vida amenazada por una moneda de negociación llamada aranceles. Pero somos mercados que nos necesitamos”, advirtió.
Los exportadores estadounidenses están tomando precauciones. Rodríguez explicó que, de mantenerse la tarifa, algunas empresas podrían absorber parte del costo para evitar que el precio final se dispare y afecte la demanda.