Los precios de los bonos y las tasas de interés que pagan se mueven en direcciones opuestas. Cuando la demanda de un bono es fuerte, los precios suben y las tasas de interés que pagan esos bonos bajan.
Los inversores están colocando dinero a raudales en la seguridad de los bonos estadounidenses a medida que la economía mundial se desacelera. Pero han estado invirtiendo más en bonos a largo plazo que en bonos a corto plazo, presionando a la baja los rendimientos a largo plazo. La semana pasada, el rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 30 años cayó por debajo del 2% por primera vez en la historia.
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Ciertamente, lo que está sucediendo en el mercado de bonos es significativo. Las curvas de rendimiento invertidas han precedido a todas las recesiones estadounidenses en la era moderna.
Pero la inversión no significa que una recesión sea inminente. Según Goldman Sachs, las recesiones ocurrieron en promedio 22 meses después de las últimas cinco inversiones de la curva de rendimiento.
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Los inversores han seguido incursionando en los bonos a pesar de que se les está prometiendo una tasa de rendimiento minúscula, o en el caso de ciertos bonos en otros grandes mercados desarrollados, ningún rendimiento en absoluto. Alemania vendió deuda a 30 años con un rendimiento negativo por primera vez esta semana, lo que demuestra cuán ansiosos están los inversores.
Las preocupaciones sobre la desaceleración de la economía mundial han reavivado los temores de una recesión en Estados Unidos, particularmente a la luz de la guerra comercial con China .
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Aunque una curva de rendimiento invertida no necesariamente causa una recesión en sí misma, la agitación en el mercado de bonos podría terminar convirtiéndose en una profecía autocumplida, debido a que perjudica tanto la confianza de los inversores como la de las empresas.