Existen también otros factores que han incidido en el nerviosismo entre los inversionistas que apuestan por economías emergentes -que ofrecen bonos con rendimientos más atractivos que la deuda de economías más desarrolladas cuyas tasas están cercanas a cero-, como México. Por ejemplo, el camino hacia una política monetaria no tan laxa en Estados Unidos, la evolución de la pandemia, el ritmo de vacunación, los riesgos climáticos y tensiones políticas.
Sin embargo, en México, los inversionistas comienzan a percibir que los riesgos económicos y financieros provienen más desde dentro que fuera del país. Este cambio en la percepción se refleja en las encuestas que realiza el Banco de México a analistas del sector privado, cuyas preocupaciones desde inicios de este año viraron hacia la inseguridad y la incertidumbre política interna.
Tan sólo en estos últimos dos meses, las preocupaciones de los inversionistas han estado en la reforma eléctrica, el decreto para declarar las obras públicas como seguridad nacional y el reciente cambio sobre la persona que liderará Banxico.
Para Luis Gonzali, codirector de inversiones en el gestor de activos Franklin Templeton, el resultado es un deterioro “importante” en el riesgo país. El argumento se puede dimensionar al ver el rendimiento que exigen los inversionistas para financiar deuda en el mercado, el cual saltó de 4.26% a 7.33% en un lapso de casi dos meses, de acuerdo con cifras de Bloomberg.
Esto se evidencia aún más al compararla con otros países. Por ejemplo India, un país emergente que al igual que México debe seducir a los volátiles inversionistas con una tasa de rendimiento mayor que las que ofrecen países desarrollados. El bono a 10 años de India ofrece un rendimiento de 6.32%, prácticamente un punto y medio porcentual por debajo de lo que demanda el comprador de un bono mexicano. El diferencial del bono mexicano es mayor aún cuando su nota crediticia no está al borde de ser considerada especulativa como la de India.