Cientos de miles de franceses salieron este jueves a las calles para rechazar la controvertida reforma del sistema de pensiones impulsada por el presidente Emmanuel Macron, en una jornada de huelga masiva en los ferrocarriles, escuelas, hospitales y refinerías que busca poner al gobierno en la cuerda floja.
Más de 285,000 personas marcharon en unas 30 ciudades de Francia, según un recuento hecho por la agencia AFP. En París, las marchas estuvieron marcadas por escaramuzas entre policías y manifestantes, que se saldaron con la detención de 71 personas.
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El detonante de este estallido de indignación popular es una nueva reforma del sistema de pensiones que prepara Macron, una promesa de campaña que tiene como objetivo eliminar los 42 regímenes especiales que existen actualmente y que otorgan privilegios a ciertas categorías profesionales.
El tema de las pensiones es uno de los grandes pendiente de este país europeo. La última vez que Francia buscó un sistema de pensiones universal, Jacques Chirac era presidente, Alain Juppé, su primer ministro y, como hoy, una ola de frío helado caía sobre el país.
Juppé, con la esperanza de equilibrar los libros del país antes del cambio al euro, anunció una serie de reformas a la seguridad social, incluida la armonización del variado sistema de pensiones de Francia y el fin de los llamados “regímenes especiales” que disfrutan los trabajadores del sector público.
Después de que dos millones de personas salieron a las calles y casi tres semanas de una parálisis casi total, la reforma de las pensiones se retiró, y Juppé salvó su cargo de primer ministro. Pero no por mucho. Dos años más tarde, los políticos de centro derecha perdieron el poder legislativo que pasarían años luchando por recuperar. La reforma no se ha intentado desde entonces. Hasta el nuevo intento de Macron.
La idea es que los esquemas, que incluyen disposiciones especiales para ciertas profesiones, como los trabajadores ferroviarios y los conductores de trenes que se benefician de la jubilación anticipada, se unificarían en un único sistema basado en puntos que otorgaría a todos los trabajadores los mismos derechos.
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Pero muchos temen que bajo el nuevo sistema de jubilación universal de Macron, tendrán que trabajar más tiempo por menos, a pesar de que la edad oficial de jubilación en Francia es de 62 años, una de las más bajas entre los 36 países que pertenecen a la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo (OCDE).
"Pensiones por puntos, trabajo sin fin" rezaba una pancarta. "Esta reforma es simplemente imposible. Además de favorecer al sector privado, este gobierno no hace nada por la gente de a pie", denunció Sophie, una manifestante.
Macron, que se ha marcado el objetivo de presentar la reforma ante el parlamento a inicios de 2020, dijo el jueves estar "determinado" a llevar a bien su proyecto "escuchando y consultando".
"No hay nadie que nos informe"
Mientras tanto, Francia funcionaba a medio gas. Alrededor del 90% de los trenes de larga distancia fueron anulados así como un 80% de los trenes de cercanía. Asimismo, la mayoría de líneas del metro de París estaban paralizadas.
Para evitar el caos, muchos franceses optaron por trabajar desde sus casas. "Pedí trabajar hoy desde mi casa, pero espero que la huelga no dure demasiado porque no podré hacerlo de manera indefinida", contó a la AFP Diana Silavong, ejecutiva en una empresa farmacéutica.
Muchos caminaron desde muy temprano desde sus casas a sus lugares de trabajo.
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"¡Quería tomar una bicicleta pero creo que todos tuvieron la misma idea!", dijo entre risas Guillaume frente a una estación de bicicletas de libre servicio completamente vacía en París. "Tendré que ir a pie hasta la oficina", añadió resignado este treintañero.
El caos y la desinformación reinaban también entre los turistas, muchos de los cuales se vieron sorprendidos al ver cerradas las puertas del metro. "Ayer compramos billetes y hoy no hay nadie que nos informe", afirmaban Pedro Marques y Ana Sampaio, una pareja de portugueses que pretendían ir a visitar Montmartre.
Una gran parte de las escuelas y colegios del país tampoco abrieron sus puertas debido a que 51% de los profesores de primaria y 42% se declararon en huelga.
Siete de las ocho refinerías francesas estaban también paradas. Algo "inédito", según el secretario federal del sector del petróleo de la CGT, Emmanuel Lépine.
Varios grandes diarios, como el matutino Le Monde, no saldrán mañana en versión papel debido a la huelga.
Policías, recolectores de basura, abogados, jubilados, transportistas y los "chalecos amarillos", el potente movimiento social de protesta surgido en noviembre de 2018 en Francia, se sumaron también al paro.
Los sindicatos amenazan con prolongar la huelga de forma indefinida. Los transportes públicos parisinos anunciaron ya que prolongarán el movimiento al menos hasta el lunes.
El temor del gobierno es que el país quede bloqueado durante varias semanas, como ocurrió en 1995, cuando la ciudadanía torció el brazo del ejecutivo, que quería ya en ese entonces reformar el sistema de pensiones.
"Para hoy y mañana la gente tomó precauciones, ¿pero qué pasará el lunes?", comenta preocupado un agente ferroviario en la estación parisina Saint Lazare.