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Alberto Fernández asume la presidencia en una Argentina en crisis

El peronista tiene la misión de enderezar el rumbo de la economía del país sudamericano, que tiene una deuda externa de 315,000 millones de dólares, casi 100% de su PIB.
mar 10 diciembre 2019 01:39 PM
ARGENTINA-INAUGURATION-FERNANDEZ
La expresidenta Cristina Fernández, quien juró ahora como vicepresidenta, se mostró muy cercana a Alberto Fernández durante toda la ceremonia.

El líder de centroizquierda Alberto Fernández asumió este martes la presidencia de Argentina con la misión de enderezar el rumbo de una economía en crisis que lo obligará a hacer un delicado equilibrio entre las amplias demandas sociales y las de los inversores.

Con la presencia de mandatarios y funcionarios de algunos de los principales socios de Argentina, Fernández —de 60 años— juró como presidente ante el Congreso al mediodía y por la tarde tomará juramento a sus ministros en la Casa Rosada, tras cuatro años de gestión del líder neoliberal Mauricio Macri.

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El nuevo presidente aseguró que su país desea pagar la deuda externa, pero carece de los medios para hacerlo.

"Es imposible pagar la deuda externa si no hay crecimiento. Queremos tener una buena relación con el FMI (Fondo Monetario Internacional), pero sin crecimiento no podemos pagar", señaló en su discurso de investidura.

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A cambio de un severo ajuste fiscal, el FMI otorgó en 2018 a Argentina un crédito por 57,000 millones de dólares, de los cuales el país ha recibido hasta ahora unos 44,000 millones. La deuda total ronda los 315,000 millones de dólares, casi 100% del Producto Interno Bruto de este país.

"Vamos a encarar el problema de la deuda externa. No hay pago de deuda que se pueda sostener si el país no crece. Tan simple como esto: Para poder pagar, hay que crecer primero", declaró Fernández.

La titular del FMI, Kristalina Georgieva, felicitó por medio de Twitter a Fernández y dijo que comparte su objetivo de reducir la pobreza e impulsar la economía.

Como las discusiones con el Fondo Monetario Internacional son vitales, Fernández eligió para el Ministerio de Economía a un académico especializado en deuda, Martín Guzmán, un joven discípulo del Premio Nobel Joseph Stiglitz .

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No es el único reto del nuevo presidente. Con una inflación superior al 50% anual, una economía en recesión y una pobreza cercana al 40%, la renegociación de una deuda pública cercana a los 100,000 millones de dólares —que parece impagable en el corto plazo— será clave para el futuro de su gobierno.

Fernández, quien gobernará hasta fines de 2023, sostuvo que el gobierno saliente del liberal Mauricio Macri "ha dejado a la nación en una situación de virtual default".

"Los acreedores tomaron un riesgo al invertir en un modelo que ha fracasado en el mundo una y otra vez", advirtió el nuevo presidente.

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Muchos inversores se han mostrado inquietos por la probabilidad de que Fernández se vuelque hacia una mayor regulación de la economía, como aplicó su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, cuando gobernó el país entre 2007 y 2015.

Un "contrato social solidario"

El mandatario llamó a "construir un nuevo contrato social fraterno y solidario" para atender prioritariamente a los más pobres en este país en plena crisis económica, que cerrará 2019 con una caída del PIB de 3.1%.

"Los únicos privilegiados serán quienes han quedado atrapados en el pozo de la pobreza (..) 15 millones sufren de inseguridad alimentaria en uno de los mayores productores de alimentos. Argentina tiene que poner fin a esta catástrofe social", dijo el presidente.

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Fernández, abogado de 60 años quien fue jefe de gabinete de Néstor y de Cristina Kirchner entre 2003 y 2008, llegó al Congreso al volante de su propio auto. Por las calles cercanas, algunos seguidores lo rodearon para saludarlo.

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"Se acaba la noche macrista el peronismo es pueblo. Alberto es serio y prudente", señaló emocionado Christian de More, un estudiante de 26 años.

El mandatario recibió la banda presidencial y el bastón de mando de parte de Macri en el Congreso. Una escena muy diferente a la de hace cuatro años, cuando Cristina Fernández de Kirchner dejó la presidencia un día antes de lo previsto y Macri fue investido por el presidente provisional del Senado.

Su investidura fue celebrada con cánticos y vivas por los congresistas y también por miles de partidarios reunidos en las calles aledañas.

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Kirchner, de 66 años, juró a su vez como vicepresidenta y asumió la presidencia del Senado. La expresidenta se mostró muy cercana al mandatario durante toda la ceremonia.

La presencia del presidente cubano de izquierda Miguel Díaz-Canel durante el acto de asunción y la ausencia del mandatario brasileño de ultraderecha Jair Bolsonaro daba un indicio de cuál será el alineamiento internacional de Fernández.

El presidente argentino dijo igualmente el martes que buscará "construir una agenda ambiciosa" con Brasil, más allá de sus diferencias con Bolsonaro.

Además de Díaz-Canel, asistieron los presidentes de Paraguay, Mario Abdo Benítez; y de Uruguay, el entrante Luis Lacalle y el saliente Tabaré Vázquez.

Contrario a los rumores, no estuvo en el acto el expresidente de Bolivia Evo Morales, a quien Fernández ofreció asilo tras lo que él mismo calificó como un golpe de Estado en Bolivia.

Los actos están acompañados de una fiesta musical de cumbia y rock en la plaza de Mayo, sobre la que se erige la Casa Rosada y de la cual, a pedido de Fernández, fueron retiradas 24 horas antes las vallas que limitaban el paso hacia la sede presidencial.

Pese a los llamados de unidad de Fernández, no será fácil superar la llamada 'grieta' que divide a los argentinos .

"Es un día muy triste, retrocedemos a un punto lamentable. Macri habrá hecho algunos errores pero que vuelvan estos monstruos que robaron al país...", dijo a la agencia AFP la abogada penalista Valeria García Morales, de 49 años, quien evitó acercarse al centro este martes.

Una multitud con banderas de apoyo hacía resonar tambores y cantaba en los alrededores del Parlamento y también en la histórica Plaza de Mayo, frente a la casa de Gobierno, donde comenzaba un extenso festival con bandas musicales y se esperan las palabras del nuevo presidente.

Algunos vendedores ofrecían remeras con la cara de la carismática vicepresidenta Fernández de Kirchner, con la leyenda "Volvimos".

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"Yo trabajaba en una empresa de tarjetas de crédito que cerró más de 15 sucursales y nos quedamos todos sin trabajo. Nosotros como pueblo tenemos mucha esperanza puesta en Alberto", dijo a la agencia Reuters Verónica Quintana, una vendedora ambulante de 34 años, en Plaza de Mayo.

Pese a la necesidad de reducir el déficit fiscal, cualquier ajuste de la economía podría afectar la cohesión de la heterogénea alianza de centroizquierda que llevó a Fernández al poder, por lo que se espera un cambio respecto de las políticas de austeridad impulsadas por su predecesor Macri.

Los fuertes sindicatos peronistas reclaman alzas salariales que permitan a los trabajadores recuperar el poder de compra que perdieron en los últimos años por la alta inflación, mientras que las organizaciones de desocupados piden un aumento de los subsidios para los más pobres.

Si la economía no vuelve a crecer, difícilmente Fernández podrá satisfacer todas las demandas.

Con información de Reuters y AFP

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