Los típicos conejos y huevos de chocolate de Pascua, sin embargo, no se venden bien este año. Esta festividad alemana, en la que las familias se reúnen y los más pequeños buscan las bolitas de chocolate en el jardín de los abuelos o en los parques públicos va a estar marcada por la pandemia del coronavirus.
“La vida con el virus va a ser nuestro día a día”, aseguraba la canciller Angela Merkel en un discurso y rueda de prensa dados el jueves en Berlín a propósito de esta fecha tan señalada, una de las más importantes en el país, y que los alemanes tendrán que celebrar en casa y sin sus seres queridos, en especial los más mayores. Ni siquiera están permitidos los viajes a otros estados alemanes si no se trata de viajes de primera necesidad que tiene que ser justificados ante la policía.
Unas medidas tan excepcionales tienen su justificación en la expansión de la pandemia en el país, que hasta mediados de marzo se extendía sin control y a gran velocidad. Alemania es el cuarto país que tiene el mayor número de infectados por cada 100,000 habitantes, después de España, Italia y Bélgica según datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades.
Alemania también es el cuarto país del mundo en contactos totales, después de los Estados Unidos y los dos países del sur de Europa ya mencionados, con más de 113,000 casos confirmados, según cifras de la Universidad John Hopkins. Sin embargo, hay algo que diferencia a Alemania de forma radical, y es el relativo bajo número de víctimas mortales, unas 2,300, en comparación con los otros países.