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Los alemanes viven una pascua extraña por el coronavirus

El coronavirus muestra su peligrosidad en el país europeo, que se había preparado a conciencia, mientras la economía se resiente.
vie 10 abril 2020 05:04 AM
Pascua con distanciamiento
En los supermercados alemanes, solo se permite entrar una persona a la vez, para que se pueda respetar la distancia de metro y medio.

BERLÍN- En los supermercados de la capital alemana han contratado a personal de seguridad que se encarga de controlar la entrada de los clientes. Muchos son refugiados sirios y van diciendo a los clientes, que esperan con sus carros de la compra en la calle, cuándo les toca entrar. Solo permiten a un número reducido de clientes el acceso, de forma que se garantice una distancia de un metro y medio entre cada uno de ellos.

A diferencia de Austria, aquí no es necesario llevar mascarilla ni guantes ni tampoco desinfectarse las manos para poder hacer la compra. En las estanterías de muchos comercios se acaban el papel higiénico, los productos desinfectantes y la pasta en cuestión de horas desde hace semanas.

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Los típicos conejos y huevos de chocolate de Pascua, sin embargo, no se venden bien este año. Esta festividad alemana, en la que las familias se reúnen y los más pequeños buscan las bolitas de chocolate en el jardín de los abuelos o en los parques públicos va a estar marcada por la pandemia del coronavirus.

“La vida con el virus va a ser nuestro día a día”, aseguraba la canciller Angela Merkel en un discurso y rueda de prensa dados el jueves en Berlín a propósito de esta fecha tan señalada, una de las más importantes en el país, y que los alemanes tendrán que celebrar en casa y sin sus seres queridos, en especial los más mayores. Ni siquiera están permitidos los viajes a otros estados alemanes si no se trata de viajes de primera necesidad que tiene que ser justificados ante la policía.

Unas medidas tan excepcionales tienen su justificación en la expansión de la pandemia en el país, que hasta mediados de marzo se extendía sin control y a gran velocidad. Alemania es el cuarto país que tiene el mayor número de infectados por cada 100,000 habitantes, después de España, Italia y Bélgica según datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades.

Alemania también es el cuarto país del mundo en contactos totales, después de los Estados Unidos y los dos países del sur de Europa ya mencionados, con más de 113,000 casos confirmados, según cifras de la Universidad John Hopkins. Sin embargo, hay algo que diferencia a Alemania de forma radical, y es el relativo bajo número de víctimas mortales, unas 2,300, en comparación con los otros países.

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La portavoz de prensa del Instituto Robert Koch, la principal institución que aconseja al gobierno alemán, Susanne Glasmacher, explica a Expansión que hay diferentes factores que entran en juego en la baja mortalidad que se ha registrado hasta ahora en Alemania. “Los casos más complicados no provocan una muerte muy rápida”, recuerda. Es por ello que aumenta la proporción de fallecidos a medida que pasa el tiempo. “Probablemente Alemania se encuentra en un momento más temprano de la curva de lo que se encuentran otros países”, explica.

El director de dicho centro, Lothar Wieler, ya había avisado esta semana de que las muertes aún van a seguir aumentando. “El porcentaje de fallecidos puede cambiar de forma radical y se desconoce la evolución que seguirá Alemania”, advertía la vocera. En las últimas semanas el porcentaje de fallecidos subió hasta el 1.6% de los infectados.

Otro de los factores que han influido en la evolución de la epidemia en el país ha sido la edad de los infectados. La mayoría de personas contagiadas en Alemania no pertenecían a los grupos de riesgo, que son personas con enfermedades crónicas o de elevada edad. Muchos contagios se dieron en vacaciones de esquí, viajes internacionales o fiestas de carnaval.

Tanto el Instituto como el gobierno aseguran que en el país se han llevado a cabo muchos más tests que en otros países y se ha aislado a los casos conocidos.

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El alto número de camas de cuidados intensivos, según el Ministro de Sanidad Jens Spahn el más alto del mundo por habitante, juega un papel esencial en esta crisis. Desde hace semanas el país se prepara para el aluvión de enfermos, liberando camas de operaciones que pueden ser planificadas en otro momento y comprando respiradores a los fabricantes del país y en el extranjero.

Sin embargo, en la última semana se han multiplicado los casos de residencias de ancianos en las que el virus está causando graves estragos. En varias de ellas, en diferentes estados, han fallecido decenas de jubilados en unos pocos días.

El portavoz del Ministerio de Sanidad Sebastian Gülde explica a Expansión que el país ha de “hacer todo lo posible para proteger a los mayores y enfermos”. El paquete de medidas que han presentado para el sector de los cuidados incluye ayudas económicas y un aligeramiento de la burocracia. Asimismo hay unas reglas muy estrictas de visita en las residencias, básicamente no se admiten las visitas ni siquiera de los familiares más allegados para evitar contagios. “El material de protección sanitario, que se compra de forma centralizada, es repartido por los estados a las residencias”, asegura.

Las mascarillas, guantes y solución desinfectante de manos son algo que escasea no solo en Alemania, sino en todo el mundo. Incluso el gobierno alemán con su fuerte capacidad económica ha tenido graves problemas en las últimas semanas para poder abastecer el país y Europa mostraba una vez más su cara más desordenada, por no decir insolidaria, entre países al respecto.

Es por eso que la canciller Merkel aseguraba que una de las prioridades del país va a ser la de la fabricación del material sanitario necesario para afrontar la pandemia, siguiendo el llamado de su homónimo Pedro Sánchez de España, que apelaba a los países europeos a transformar sus economías en “economías de guerra”.

La simbología en el país ibérico, donde el rey aparece con traje militar y cada día hay una rueda de prensa con generales informando del avance de la lucha contra la pandemia contrasta con la estrategia alemana, que si bien tiene 15,000 soldados desde el pasado viernes desplegados por el país no alude a las metáforas bélicas, aunque obviamente tampoco está tan afectado como su vecino mediterráneo.

Merkel explicaba al país que hasta la próxima semana el gobierno no sabrá si las medidas que ha tomado tendrán que ser endurecidas o relajadas. Un grupo de expertos sanitarios y epidemiológicos, pero también economistas y expertos del consejo ético del país harán baremo de los pros y contras de mantener a la población recluida, las escuelas cerradas, los comercios en números rojos y la vida a medio gas.

Hasta ahora, el país ha conseguido no solo mantener la mortalidad baja, sino también el paro, que en marzo incluso llegó a bajar en 60,000 personas, a diferencia de España, donde se destruyeron 834,000 empleos en solo un mes. Las ayudas directas a familias y empresas, así como la jornada reducida subvencionada por el estado han salvado este mes al país. Sin embargo, el futuro es incierto. Merkel lo sabe y los alemanes, que el domingo se verán con las familias por teleconferencia, o no se verán, lo saben también.

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