Con cerca 400,000 infectados cuando aún falta más de un mes para el pico de la curva de contagios, Brasil es el segundo país del mundo con mayor número de casos después de Estados Unidos y el sexto con más muertos, casi 25,000.
Una reapertura importante
A pesar de las alarmantes cifras, la cuarentena impuesta desde hace dos meses en Sao Paulo por el gobernador Joao Doria nunca consiguió que la mayoría de la gente permaneciera en sus casas, algo que solo cumplió, en promedio diario, un 52% de la población.
La reactivación de la economía ya estaba siendo barajada por Doria por la presión de los empresarios que claman por abrir sus negocios, una medida defendida desde el comienzo de la pandemia por el presidente Jair Bolsonaro, el gobernante más escéptico sobre el COVID-19, que llegó a considerar como una "gripita".
Considerada como el motor económico de Brasil, Sao Paulo responde por más de la tercera parte del PIB nacional y por casi el 40 % de la producción industrial de Brasil.
Sin embargo, buena parte de las industrias tuvo que apagar motores y decretar vacaciones colectivas.
A eso se suma que la región paulista es un importante eslabón logístico para el abastecimiento del país, ya que allí opera el puerto de Santos, el mayor terminal marítimo de Latinoamérica.
Pese al anuncio de reinicio de actividades, Doria admitió que puede dar "un paso atrás" en caso de que lo considere necesario para "proteger vidas".