"No creo que por el hecho de ser demócrata, ser de California y ser mujer, vaya a ser una buena amiga de México, tenemos que entender que ella, si llega a vicepresidenta, está para defender los intereses de Estados Unidos y nada más", dice Gabriela de la Paz, profesora de estudios norteamericanos de la universidad Tec de Monterrey.
Harris, de 55 años, es senadora de California e hija de un inmigrante de Jamaica y una de India, por lo que es sensible a la situación de los migrantes y a la importancia de México, apunta De la Paz.
Pero la ex fiscal fue la única senadora fronteriza en votar contra el nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) al argumentar "preocupaciones ambientales", un aspecto que podría presionar al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y su política energética.
"Puede darle más importancia cuando haya alguna queja relacionada con el medio ambiente para que luego digan 'México no está cumpliendo su parte y tiene que hacer esto' porque finalmente ellos aprovechan cualquier cosa para incrementar su posición en la mesa de negociaciones", observa la profesora.
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Un alivio migratorio
A diferencia del comercio, la candidatura de Harris es "una muy buena noticia" para el aspecto migratorio, afirma Brenda Estefan, analista internacional que trabajó en la Embajada de México en Washington.