Para los especialistas, este camino es equivocado, ya que no solo es más tardado, sino que tiene un costo muy alto en vidas humanas y en saturación de los sistemas sanitarios.
Sin embargo hay una relación estrecha entre la efectividad de las vacunas para prevenir la enfermedad y el porcentaje de la población que necesita recibir el esquema completo.
Por ejemplo, si una vacuna en 90% efectiva para prevenir el desarrollo de síntomas de COVID-19, un porcentaje del 60% puede ser suficiente para alcanzar la inmunidad grupal. Al contrario, con una vacuna con 60% de efectividad, se necesitará vacunar a un mayor porcentaje de habitantes.
Los especialistas, no obstante, piden ser cuidadosos con estas cifras, ya que esta efectividad también dependerá de factores como la duración de la inmunización.
¿Cómo afectarán las variantes del COVID-19 a la efectividad de las vacunas?
Los especialistas señalan que más que la efectividad relativamente baja o alta de las inyecciones, el principal riesgo sobre el futuro de las vacunas y su efectividad para lograr una inmunidad de rebaño, y así alcanzar el fin de la pandemia, será el desarrollo de nuevas variantes.
“Las variantes del COVID-19 aún deben ser controladas”, dijo el académico de la UNAM.
Hasta el momento, las variaciones no han sido suficientes para desarrollar una nueva cepa, pero en caso de que esto pase, es probable que se necesitará aplicar una vacuna anual —como en el caso de la influenza estacional—, o una vacuna para cada cepa —como en el caso del dengue—, aventuró el especialista de la UNAM.