Luego de la abstención en las elecciones presidenciales de 2018 y las parlamentarias de 2020 ante graves irregularidades que llevaron a múltiples denuncias de fraude en esos comicios, sectores de la oposición plantean que el escenario es ahora distinto a partir de algunos cambios recientes introducidos en la composición del cuestionado Consejo Nacional Electoral (CNE).
"Al cederle algunos espacios de poder, el gobierno de Maduro le da más fuerza a la oposición que está dispuesta a trabajar con el chavismo y debilita aún más a aquellos que lo denuncian como una dictadura", dijo Gallegos.
"Esta estrategia de flexibilidad logra varias cosas a la vez: divide aún más a la oposición y crea una imagen de mayor pluralismo ante los ojos de la comunidad internacional, lo que puede llevar a condiciones que permitan cierta flexibilidad de las sanciones", destacó.
Por detrás de esas idas y vueltas, la crisis humanitaria continúa profundizándose en Venezuela.
Con 5.6 millones de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo en otros países, según la última actualización de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR, por sus siglas en inglés), con más del 90% de la población con ingresos por debajo de la línea de pobreza y múltiples denuncias de gravísimas violaciones a los derechos humanos por parte de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, el drama de Venezuela parece no tener fin.
En medio de ese panorama oscuro, aún no está claro si la convocatoria a un nuevo diálogo entre gobierno y oposición conducirá a otro fracaso o abrirá la puerta a consensos que impongan algún freno al creciente autoritarismo político y al derrumbe económico. Solo el tiempo dirá si está vez será diferente.