China denunció la reciente decisión de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia de no enviar representantes políticos a Beijing 2022 como respuesta a las violaciones de los derechos humanos especialmente en la región de mayoría musulmana de Xinjiang, en el noroeste de China.
Moscú considera este "boicot diplomático" como un intento de politizar los Juegos.
Rusia, de hecho, también se cree víctima de la instrumentalización del enorme escándalo de dopaje que mina desde hace años su credibilidad deportiva, aunque Moscú niega toda implicación.
Acusada en 2015 de haber organizado un sistema de dopaje estatal, Rusia fue suspendida de las grandes competiciones internacionales hasta 2022 y sus atletas "limpios" solo pueden competir como participantes neutrales.
Además, sus responsables políticos, incluido Putin, no pueden asistir a estas competiciones salvo que sean invitados por el jefe de Estado del país organizador, como ocurrirá en Beijing.
Tensiones con Occidente
Las relaciones de China y Rusia con las potencias occidentales se han deteriorado en los últimos años, por lo que pretenden proyectar unidad para hacer de contrapeso.
No solo cooperan en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde son miembros permanentes, sino que también reforzaron sus vínculos en economía, defensa y energía.
Actualmente, Rusia está en el blanco de las críticas de la Unión Europea y Estados Unidos por sus maniobras militares en la frontera con Ucrania, que hacen temer a algunos una posible invasión.
La cuestión era uno de los temas previstos en una cumbre el miércoles entre la Unión Europea con las antiguas repúblicas soviéticas, un foro que Moscú ve con recelo.
Por su lado, China es criticada habitualmente por Washington y sus aliados por la presión militar sobre Taiwán, el trato de la minoría musulmana uigur o la restricción de las libertades en la ciudad supuestamente semiautónoma de Hong Kong.