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Jametz: los alimentos que tambalean la coalición de gobierno en Israel

Las restricciones alimenticias de la Pascua judía han hecho chocar a los conservadores y liberales de izquierda que gobiernan el país de Medio Oriente tras derrocar a Benjamin Netanyahu.
mar 12 abril 2022 05:04 AM
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La religión judía aplicó gran simbolismo al pan ázimo, que es un recuerdo de la libertad, pero también de los años de sufrimiento bajo la esclavitud.

Justo a tiempo para Pésaj, la Pascua judía que comienza al anochecer del 15 de abril, un pequeño escándalo político que se desató alrededor de las restricciones alimenticias de esta festividad judía amenaza con derribar la coalición de partidos de izquierda y derecha que se armó a mediados del año pasado para desalojar del poder al entonces primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.

El choque entre las facciones conservadora y liberal de izquierda que mantienen en su puesto al sucesor de Netanyahu, Naftali Bennett, puso en jaque la mayoría parlamentaria de la alianza, un grave problema que, ya se sabe en Israel, puede derivar fácilmente en nuevas elecciones.

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La historia, que tiene sus toques bíblicos, comenzó cuando el ministro de Salud, Nitzan Horowitz, anunció que durante el Pésaj de este año se permitirá el ingreso a los hospitales públicos con "jametz", como se llama a los alimentos prohibidos durante toda la semana que dura la Pascua judía.

Idit Silman: la primera fractura

Poco después de conocerse las declaraciones del ministro estalló la bomba: Idit Silman, una parlamentaria del partido de derecha Yamina, al que pertenece Bennett, dejó el bloque oficialista en protesta por la afrenta religiosa.

Silman era hasta ese momento la "whip" de esa bancada en la Knesset, el parlamento unicameral israelí, es decir, la persona encargada de mantener la disciplina del bloque al momento de votar proyectos de ley.

"El pueblo de Israel tiene ciertos valores por los que han muerto generaciones enteras, y nosotros en el gobierno actual no seremos parte de su disolución", afirmó Silman, quien recordó que incluso durante el Holocausto los judíos europeos buscaban la forma de respetar las normas de Pésaj.

La parlamentaria viene del nacionalismo religioso y es judía ortodoxa pero no ultra-ortodoxa: representa a miles de mujeres que se visten con modestia y comen solamente kosher pero son muy activas en la política y los negocios.

Silman es, justamente, símbolo de uno de los principales dilemas de Israel, el tenso equilibrio entre la religión estricta y los más modernos avances tecnológicos, que en este país encontraron una frágil forma de convivir.

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En todo caso, el conflicto tiene una derivación más urgente que esos dilemas, ya que la defección de Silman dejó al bloque que sostiene a Bennett con solamente sesenta escaños y sin mayoría en el recinto de 120 bancas en total.

La situación fue rápidamente aprovechada por Netanyahu, el jefe del partido de derecha Likud, quien convocó a otros legisladores y funcionarios cercanos al gobierno a seguir los pasos de Silman y volver "al campo nacional".

Este domingo, por ejemplo, la televisión israelí reportó que miembros del Likud la ofrecieron a Ayelet Shaked —ministra de Interior, dirigente de Yamina y una de las figuras jóvenes más carismáticas y populares de la nueva derecha israelí— "cualquier puesto que desee" en un eventual nuevo gobierno de Netanyahu.

¿De una elección a otra?

Una columna de opinión en el diario Haaretz, de izquierda y uno de los principales del país, resumía este fin de semana la situación afirmando que, en lugar de resolver sus conflicto, "Israel va a elecciones una y otra vez".

En efecto, Bennett llegó al poder tras la larga serie de negociaciones que se llevaron a cabo a mediados del 2021 después de las cuartas elecciones en dos años. Hasta ese momento, el Likud de Netanyahu siempre terminaba primero pero no podía formar gobierno, aunque tampoco lo lograba la oposición.

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Bennett se convirtió en primer ministro gracias a un verdadero "milagro político", cuando la oposición —y hasta ex miembros del Likud— se unieron para desplazar a Netanyahu, amado y odiado por mitades de Israel, acusado de corrupción pero también reconocido como el dirigente que puso al país en camino a su actual fortaleza económica.

De la coalición que tumbó a "Bibi" forman parte tanto Meretz, un vestigio de la vieja izquierda israelí, como los nacionalistas de Avigdor Lieberman. También está la derecha de Yamina, contraria a la creación de un estado palestino, y la centroizquierda del ex presentador televisivo Yair Lapid, todos ellos con el apoyo externo de la formación árabe islámica Ra'am.

Ahora, con el tembladeral que causó Silman -y si tienen efecto los cantos de sirena lanzados por Netanyahu-, el bloque, que ya no tiene mayoría en la Knesset, puede quebrarse y provocar un nuevo llamado a comicios.

Para ese caso, las encuestas de los tres principales canales de televisión del país —que se reactivaron velozmente— señalaron que el Likud y sus habituales socios de los partidos religiosos obtendrían una victoria pero sin llegar a sumar los 61 escaños necesarios para gobernar.

El partido de Netanyahu, apuntaron los sondeos de las estaciones de TV, sumaría 35 bancas contra 19 de Yesh Atid (Hay Esperanza), de Lapid. Yamina, el partido de Bennett, apenas alcanzaría seis bancas, según las encuestas.

La crisis política, por supuesto, no se basa solamente en el debate sobre las reglas alimenticias de Pésaj, sino que se monta en el malestar creado por la reciente ola de atentados cometidos por extremistas islámicos que dejó catorce muertos (incluyendo un policía árabe cristiano y un agente fronterizo druso) y en la delicada situación económica.

Como en el resto del mundo, la guerra en Ucrania y su efecto en el mercado de granos y el transporte está haciendo subir los precios en los supermercados israelíes y provocando un duro golpe en los bolsillos de los trabajadores.

En medio de esta situación, el banco central de Israel está a punto de anunciar un aumento en las tasas de interés, justamente para tratar de frenar la inflación.

Según recordó el diario económico israelí Globes, la inflación marcó en febrero un "aceptable" 3.5% anual, un indicador bajo en comparación con el 7.9 de Estados Unidos y el 7.7 de la zona euro. Sin embargo, el aumento de precios no da señales de poder revertirse en el futuro cercano, algo que provoca gran inquietud en un país donde la inflación arrasó la economía en los años 80.

La religión, un asunto de Estado

Estos números del "mundo real" hacen que el conflicto sobre el "jametz" pueda parecer exótico y trivial. Pero es un asunto de gran importancia en Israel, un país como otros en Medio Oriente donde la religión y el Estado casi que no saben de límites.

Por ejemplo, todos los israelíes, sean o no religiosos, pueden solamente casarse o divorciarse a través de los rabinos. Y, en la gran mayoría de las ciudades del país, el transporte público se para por completo durante el descanso semanal del Shabat, entre el atardecer del viernes y del sábado.

Pésaj, por su parte, es quizás la fiesta más importante para los judíos, quienes recuerdan en estos días la salida de sus antepasados de Egipto, adonde hace 3,000 años vivían como esclavos. Bajo el liderazgo de Moisés, los israelitas escaparon del yugo del faraón con tan poco tiempo para organizarse que ni siquiera pudieron preparar comida para el camino y tuvieron que arreglarse con la matzá, el pan ázimo hecho sin levadura.

En todos estos siglos, la religión judía aplicó gran simbolismo al pan ázimo, que es un recuerdo de la libertad, pero también de los años de sufrimiento bajo la esclavitud. El "jametz" es lo contrario, cualquier alimento con levadura que se consume durante el resto del año, desde pizza a pan y pastas o cerveza.

El anuncio de Horowitz, sin dudas, apuntó sobre un costado demasiado delicado, incluso en el Israel de las startups ultratecnológicas.Internacioanl

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