“El punto es muy específico. Lo que pasa es que yo creo que finalmente la narrativa internacional, y sobre todo en Europa, se generó un relato que tiene bastante de mito, que es que el golpe de Estado fue dado por la CIA”, dice el investigador.
¿Por qué Chile?
Chile es un país periférico. Su ubicación austral provoca que esté alejado de los centros de poder no lo hacen partícipe de los principales juegos de la geopolítica. Sin embargo, en plena Guerra Fría, la presencia de un gobierno socialista elegido de manera democrática en un país de Occidente podía hacer temer a Estados Unidos.
Aunque la mayoría de las agencia de inteligencia estadounidense le restaban importancia a lo que sucedía en Chile, no fue así para el Consejero de Seguridad Nacional de Nixon, Henry Kissinger, quien veía con malos ojos al gobierno de Allende.
“Kissinger pensaba que el experimento chileno de un gobierno marxista que llega al gobierno por vía democrática y además legítima, podía inspirar a los movimientos de izquierda y sobre todo a los partidos comunistas de Europa”, dice el profesor de la UDP.
Entonces, en Francia e Italia estaban ganando fuerza algunos políticos de izquierda con alguna inclinación marxista, como Francois Mitterrand, que a inicios de la década de 1970, aún apoyaba estas tendencias políticas.
“Kissinger no estaba dispuesto a que pasara y por eso, es una tesis mía, por eso fue Chile tan importante, no para Estados Unidos, sino para la administración Nixon”, indica Sepulveda.