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¿Qué papel jugó EU en el golpe de Estado en Chile?

De acuerdo con documentos desclasificados, el presidente Ricard Nixon tenía conocimiento de los intentos golpistas de las fuerzas armadas chilenas por lo menos desde tres días antes del ataque.
vie 08 septiembre 2023 05:04 AM
Tropas del ejército chileno posicionadas en un incendio en la azotea del Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973 en Santiago, durante el golpe militar dirigido por el general Augusto Pinochet que derrocó al presidente constitucional chileno Salvador Allende, que murió en el ataque al palacio.
Los agentes de la CIA en Chile tenían la orden de apoyar a la oposición y hacer todo lo posible por perjudicar al gobierno de Salvador Allende.

¿Estados Unidos es el culpable de la caída de Salvador Allende? Esta pregunta es la que muchas personas en América Latina y en el país norteamericano se hace cada 11 de septiembre, fecha en la que se conmemora el golpe de Estado que dio fin al experimento socialista en Chile. Sin embargo, la participación directa de Washington no es clara.

Los documentos que se han desclasificado en los últimos años, ya sea por presión chilena o en un intento de transparencia estadounidense, muestran que el papel de la inteligencia fue clave para el desgaste que sufrió el gobierno de la Unidad Popular —como se conoce al mandato de Allende, entre 1970 y 1973—, pero que poco tuvo que ver con el golpe final.

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Esto es lo que sabemos sobre la participación de las agencias de inteligencia estadounidense en Chile durante los años 70.

Una labor de desgaste

Desde que Allende, un político que militó en Partido Socialista de Chile desde su fundación, en 1933, sonaba como el posible ganador de las elecciones de 1970, los agentes de la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) en Chile comenzaron una labor de desestabilización.

Los agentes estadounidenses destacados en Chile apoyaron a los grupos de extrema derecha que asesinaron al comandante en jefe del ejército, el general René Schneider, en octubre de 1970, poco después del triunfo de Allende, candidato de la Unidad Popular —una alianza de partidos de izquierda y centro—, en las elecciones presidenciales.

El objetivo de este asesinato político era desestabilizar al ejército chileno y obligar a una intervención militar que impidiera que Allende tomara el poder para instaurar la “vía chilena al socialismo”.

“La evidencia no da cuenta de una participación directa de la CIA, es decir, que los gringos organizaran y ejecutaran, pero la participación indirecta con apoyo financiero y logístico está bastante probada”, dice Alfredo Sepulveda, académico de la Universidad Diego Portales (UDP) de Chile, en entrevista con Expansión.

El plan fracasó. La muerte de Scheider a manos de un grupo de extrema derecha no impidió que la Unidad Popular, encabezada por Allende, pudo ocupar el poder.

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El gobierno socialista en Chile, con intervención estadounidense o sin ella, enfrentaba dificultades, principalmente en el plano económico. Una caída en el PIB, una escalada de la inflación y la escasez de productos básicos generaron tensiones cada vez más intensas entre la población chilena.

Los agentes de la CIA, con la cartera abierta para intervenir en país, apoyaron a la oposición, al financiar a diarios contrarios al gobierno. Ninguno de los intentos funcionó para terminar definitivamente con Allende.

En los primeros meses de 1973, el mandato de la CIA era impedir que los candidatos de la Unidad Popular al Congreso pudieran ganar. Ya entonces, la oposición planeaba destituir a Allende mediante un juicio político, para el que necesitaba una mayoría calificada en el legislativo.

“Las operaciones políticas y la propaganda generada por El Mercurio y otros medios financiados por la CIA se centraron en una campaña activa de oposición destinada a ganar de forma incontestable las elecciones al Congreso del 4 de marzo, a las que se habían presentado para la reelección todos los representantes chilenos y la mitad de los senadores”, indica el historiador Peter Kornbluh, en un fragmento del libro Pinochet desclasificado publicado por el medio digital Ciper.

Este plan para terminar con el gobierno socialista de Chile tampoco funcionó. La oposición agrupada en la Confederación por la Democracia — una alianza conformada por el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Nacional—, no alcanzó los dos tercios de los votos que se requerían para destituir al presidente. La alianza de gobierno obtuvo 43% de los votos.

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El golpe: con conocimiento, pero sin participación

Aunque el gobierno estadounidense buscaba terminar por varios medios

Sepulveda, autor del libro La Unidad Popular. Los mil días de Salvador Allende y la vía chilena al socialismo, sostiene que Estados Unidos, después de 1970, no buscó terminar con el gobierno de Allende por la vía militar.

“Sí tienen un mandato directo de apoyar a la oposición y hacer todo lo posible por perjudicar al gobierno de Allende. Pero eso es distinto de hacer un golpe tipo Irán, en que la CIA coordina a los militares, pone la plata, pone la táctica, pone la estrategia y los militares simplemente ejecutan lo que Estados Unidos les dice. Eso en Chile definitivamente no fue así”, explica el también periodista.

De acuerdo con documentos que el gobierno de Estados Unidos desclasificó en agosto de este año , el presidente Richard Nixon tenía conocimiento de los intentos golpistas por lo menos desde el 8 de septiembre, tres días antes de la toma del palacio presidencial de la Moneda.

El presidente Allende “está preocupado por las presiones de la oposición y, en especial, por las intenciones del Ejército”, dice el informe de inteligencia que el mandatario estadounidense recibió la mañana del 8 de septiembre.

Sepulveda señala que la información presentada en estos informes de inteligencia era defectuosa, pues hay algunos datos que son incorrectos. Por ejemplo, sostenían que Allende estaba dispuesto a negociar, algo que no era cierto, pues incluso se negó a salir de La Moneda durante el bombardeo del 11 de septiembre.

“El punto es muy específico. Lo que pasa es que yo creo que finalmente la narrativa internacional, y sobre todo en Europa, se generó un relato que tiene bastante de mito, que es que el golpe de Estado fue dado por la CIA”, dice el investigador.

¿Por qué Chile?

Chile es un país periférico. Su ubicación austral provoca que esté alejado de los centros de poder no lo hacen partícipe de los principales juegos de la geopolítica. Sin embargo, en plena Guerra Fría, la presencia de un gobierno socialista elegido de manera democrática en un país de Occidente podía hacer temer a Estados Unidos.

Aunque la mayoría de las agencia de inteligencia estadounidense le restaban importancia a lo que sucedía en Chile, no fue así para el Consejero de Seguridad Nacional de Nixon, Henry Kissinger, quien veía con malos ojos al gobierno de Allende.

“Kissinger pensaba que el experimento chileno de un gobierno marxista que llega al gobierno por vía democrática y además legítima, podía inspirar a los movimientos de izquierda y sobre todo a los partidos comunistas de Europa”, dice el profesor de la UDP.

Entonces, en Francia e Italia estaban ganando fuerza algunos políticos de izquierda con alguna inclinación marxista, como Francois Mitterrand, que a inicios de la década de 1970, aún apoyaba estas tendencias políticas.

“Kissinger no estaba dispuesto a que pasara y por eso, es una tesis mía, por eso fue Chile tan importante, no para Estados Unidos, sino para la administración Nixon”, indica Sepulveda.

La caída de Pinochet de la gracia estadounidense

Pinochet tuvo una buena relación con el gobierno de Estados Unidos mientras Nixon y los republicanos estuvieron en el poder. Kissinger, ya como secretario de Estado, viajó a Chile en 1975 y se reunió con el dictador.

“Se entrevista con Pinochet, le dice algo así como ‘mire, nosotros lo entendemos perfectamente si estuviera ocurrido 30 años antes, usted lo estaría condecorando por salvar el país del comunismo”, explica el académico chileno.

Pero esto cambio durante la administración del demócrata Jimmy Carter. Las denuncias de las violaciones de los derechos humanos en Chile ya eran escandalosas y llegaban al extranjero. Pero fue principalmente un error de la dictadura lo que hizo que Washington le diera la espalda.

El 21 de agosto de 1976, un comando de las fuerza de seguridad chilenas asesinó a Orlando Letelier, ministro de Relaciones Exteriores de Chile durante el gobierno de Allende y representante de la oposición a Pinochet, en Washington con una bomba que colocaron en su auto.

En el acto también murió la asistente de Letelier, Ronnie Moffitt, quien era una ciudadana estadounidense.

“El caso Letelier provoca que Estados Unidos ya no le dé apoyo directo nunca más a la dictadura. De hecho se inicia un procedimiento de estire y afloja porque el FBI sabe quién cometió el crimen, sabe que son los servicios secretos de la dictadura, sabe que Pinochet está detrás de esto y Pinochet se tarda en entregar a sus hombre, aunque eventualmente lo hace”, dice Sepulveda.

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