“Lo único seguro es que va a suceder algo terrible”
Ravell, quien antes trabajó en Sudán del Sur y en varias regiones de México, llegó a Gaza semanas previas del inicio de la guerra. La incertidumbre fue un primer sentimiento que vivió.
“No sabía lo que iba a pasar”, explicó. “Todos los días escuchaba sonidos de drones. Había muchas luchas en las fronteras. La gente vive todos los días con incertidumbre. Salir y entrar de Gaza en un problema. Los palestinos, mis compañeros, viven en una jaula. Es una incertidumbre terrible, no saber qué va a pasar y cuándo va a pasar, pero lo único es que va a suceder algo terrible”, dice.
La mañana que inició el conflicto, era un sábado, el día de descanso de Ravell, por lo que tenía planeado ir a un café a disfrutar de su día libre. Pero el conflicto la sorprendió. “Yo podía escuchar los bombardeos”.
“Gaza era una ciudad muy poblada, demasiado poblada, y normalmente en la mañana escuchaba los sonidos de los carros, las personas, y ese día no se escuchaban ni las ave”, dijo.
Poco a poco, el conflicto se acercó a la zona en la que ella estaba trabajando. Más que el sonido de las bombas, lo que le advertía los ataques era el derrumbe de los edificios, ya que la presión que se sentía en el cuerpo era “como aventarse a una alberca llena de hielo”.
Recordó que Gaza, antes de los bombardeos, “era una cárcel, pero una muy bella” y que toda esa belleza ha sido destruida en unas pocas semanas. “Durante todos los días de guerra no hubo un solo momento de felicidad o de confort”.
Ravell pidió que, más que pensar en los muertos de la guerra como una cifra, sean recordados como personas fuertes, resilientes y valientes.
“No seamos indiferentes, la indiferencia mata”, dijo.