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OPINIÓN: Trump está dispuesto a perjudicar a su hijo con tal de protegerse

El presidente de Estados Unidos ha demostrado que si para ganar se requiere un poco de distorsión e inmoralidad, hará lo necesario, dice Michael D'Antonio.
mar 07 agosto 2018 02:39 PM

Nota del editor: Michael D'Antonio es autor del libro "Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success", de la editorial St. Martin's Press. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente del autor.

(CNN) - En circunstancias normales los padres protegen a los hijos, pero el domingo pasado, en una declaración vía Twitter, el presidente estadounidense perjudicó a su hijo, Donald Trump Jr. y a uno de sus abogados al afirmar que cuando su equipo de campaña presidencial se reunió con un operador ruso en la Torre Trump en 2016, el propósito era "obtener información sobre un oponente". Trump agregó que dicho encuentro fue "totalmente legal y sucede todo el tiempo en política, y no fue más allá. ¡Yo no sabía nada al respecto!"

Como pasa con muchos tuits de Trump, unas cuantas palabras pueden revelar una serie de problemas graves. El tuit de Trump sobre la reunión sostenida en 2016 puede interpretarse como la queja de un padre exasperado que tiene que limpiar el lío dejado por un vástago torpe que, resulta, es bastante malo para manejar el oficio familiar. Y ese oficio ha consistido, por encima de todo, en gestionar la mitología del negocio de Trump: ¡Somos ricos! ¡Somos ganadores!

Y en este caso, Donald Jr. ha fracasado rotundamente.

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El hecho es que la declaración de su padre puede ponerlo en peligro: Trump Jr. podría enfrentar cargos por perjurio si se demuestra que mintió a un comité del Congreso sobre sus intenciones en dicha reunión y particularmente su conocimiento de quién estaría allí.

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Repasemos el embrollo: Primero Trump Jr. dijo que nunca se reunió con los rusos para hablar de la campaña. Luego, después de que un artículo del New York Times en 2017 informó que él y otros se habían reunido en 2016 en la Torre Trump con una abogada vinculada al Kremlin (que más tarde se describió a sí misma como una "informante"). El hijo del presidente emitió en un comunicado que lo discutido en la reunión había sido principalmente un programa estadounidense de adopción de niños que había sido interrumpido por Rusia (esta declaración fue una mentira inventada por su padre a bordo del Air Force One). Y más tarde divulgó correos electrónicos que dejaban claro que lo que lo atrajo a la reunión fue la promesa de conocer algunos trapos sucios de Hillary Clinton. Una promesa, le dijo a los investigadores, que no se cumplió.

La mentira sobre la reunión se agravó cuando el abogado de Trump, Jay Sekulow, declaró públicamente: "No participé en la redacción del comunicado, ni tampoco el presidente". Ahora Sekulow dice: "Tenía mala información en ese momento y cometí un error en mi declaración. He hablado de eso antes. Eso sucede cuando tienes casos como éste".

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Aunque Sekulow trató de explicar el cambio ("Tenía mala información"), ningún abogado calificado, especialmente uno que representara al presidente, hablaría con la prensa sin estar seguro de los hechos. La "mala información" puede ser fatal en un contexto legal, y si Sekulow diseminó una mentira, o fue engañado por el presidente o conspiró con él.

Después de meterle una zancadilla a Sekulow, Trump asumió su habitual posición de no-me-culpen en el tuit del domingo. Exclamar: "¡Yo no sabía nada al respecto!" (I did not know about it!) fue un clásico esfuerzo de Trump para zafarse de la responsabilidad. También supuso un cambio definitivo en su respuesta a la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre los vínculos entre la campaña de Trump y los rusos que interfirieron en el proceso electoral.

Durante más de un año el mantra de Trump ha sido: "no hubo colusión". Sobre todo cuando los rusos robaron los correos electrónicos privados de sus contendientes y facilitaron su divulgación pública. A medida que Mueller cierra el cerco la nueva defensa parece ser: Vale, tal vez hubo colusión, pero eso no es un crimen y, además, el hombre en la cima no sabía nada.

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Entonces, ¿quién sabía? La lista comienza con su hijo, Donald Jr., el más amenazado por el equipo de Mueller. Esos correos electrónicos divulgados hace más de un año muestran que Donald Jr. estaba ansioso por recibir ayuda extranjera para que su padre ganara la presidencia. "Si es lo que me cuentas, me encanta", escribió en respuesta a una nota de un extranjero sobre los supuestos trapos sucios de Hillary Clinton.

Todos saben que los documentos que pueden dañar a un oponente constituyen una contribución con valor real. Por ello los correos electrónicos de Donald Jr. y su asistencia a la reunión en la Torre Trump podrían ponerlo en el centro de una conspiración criminal.

Si Junior mintió a los investigadores del Congreso que lo interrogaron sobre el asunto, también podría estar sujeto a cargos de perjurio. Otros que asistieron a la reunión, incluido el yerno del presidente, Jared Kushner, y el jefe de campaña Paul Manafort (quien está siendo enjuiciado por presuntos delitos financieros en este momento) también enfrentan un gran peligro.

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Al insistir en que no sabía nada sobre una conspiración tan dramática, Trump quiere que rechacemos la lógica y todo lo que sabemos sobre la forma en que él opera. Es un hombre que disfruta el chisme, la información privilegiada y la emoción de romper las reglas. La manipulación es el negocio familiar para el que Donald Jr. fue preparado. Y con toda seguridad habría anunciado con impaciencia a su padre que estaba jugando este juego.

En muchas décadas de vida pública Trump ha demostrado que para él ganar es todo lo que importa y si la victoria requiere un poco de distorsión e inmoralidad, que así sea. Esta actitud es el núcleo de la personalidad de Trump, que en el pasado adoptó falsas imágenes para promocionarse a sí mismo y, durante su presidencia, inflamó las tensiones raciales y azotó a otros en un frenesí de odio por la prensa. Trump está tan consagrado a su fachada de ganador que se niega a asumir la responsabilidad de cualquier cosa que vaya mal.

Como candidato y ahora como presidente, Trump ha violado tantas normas morales que el oscuro contenido de su carácter está bien establecido.

Al parecer, al traicionar a su hijo y al exponerlo a una vergüenza inevitable y un posible proceso judicial ha tocado un nuevo fondo. Esto es terrible, pero no es una sorpresa, ni refleja un lapso momentáneo. Es un reflejo del verdadero yo del presidente y deberíamos esperar ver más de lo mismo.

El recuento de las verdades a medias, exageraciones y mentiras de Donald Trump

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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