Más pronto que tarde tendrá que disminuir el gasto (poco probable) o aumentar los ingresos dado el poco margen que se tiene para aumentar el endeudamiento.
Ante este escenario, hay quien piensa que se podrían y deberían subir los impuestos, ya que el nivel de recaudación en México es muy bajo. Es verdad que el gobierno solo obtiene a través de impuestos el equivalente al 16% del PIB, el porcentaje más bajo de los 36 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Sin embargo, quien propone un aumento de impuestos se equivoca por confundir la recaudación fiscal con la tasa que se cobra de impuestos. La recaudación es baja, sí, pero las tasas que se cobran no lo son, especialmente la que se impone a las empresas en la forma de Impuesto sobre la Renta.
La tasa de ISR corporativo de 30% en México es una de las más altas de la OCDE. Si incluimos además las contribuciones de seguridad social, una empresa promedio paga hasta el 53% de sus utilidades en impuestos, de acuerdo al Banco Mundial.
Aunado a lo anterior, otro aspecto que nos hace poco competitivos es la complejidad: se estima que, en promedio, las empresas en México le tienen que dedicar 102 horas al año a cumplir sus obligaciones fiscales, mientras que en Chile, por ejemplo, son solo 42.