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Guasón: el espejo de la sociedad indiferente

Como dice el Guasón, ¿Cuantas veces podríamos ver a alguien muriendo y brincarlo en la calle? ¿Quién decide qué vidas valen más que otras?. Una reflexión de Jimena Cándano.
vie 18 octubre 2019 09:57 AM

(Expansión) - ¿Qué obtienes cuando juntas a una persona enferma y solitaria con una sociedad que la abandona y la trata como basura? Obtienes lo que la sociedad se merece, decía Arthur Fleck durante su metamorfosis al Guasón.

¿Qué obtenemos de una sociedad que abandona a sus niñas y niños, que no los protege del abuso, la violencia y el abandono? Que además al convertirse en jóvenes no les dan oportunidades para poder salir adelante y que a base de dádivas y limosnas espera que lleguen a ser adultos para que aporten algo positivo a la sociedad mientras que a los enfermos mentales no se les brinda tratamiento ni acompañamiento.

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En palabras de Arthur Fleck como sociedad los hacemos invisibles, inexistentes, simplemente porque no tuvieron la suerte de nacer en un ambiente privilegiado y con oportunidades. ¿El resultado? La realidad que hoy en día estamos viviendo, una apología de la violencia.

Ortega y Gasset decía "eres tú y tus circunstancias", somos la suma y el resultado de las situaciones que nos ocurren día a día. Nadie nace malo, tampoco bueno, el humanismo y la empatía se construyen. Son las neuronas espejo que desarrollamos en la primera infancia las que nos enseñan a sentir lo que siente otro, a ponernos en sus zapatos. Eso es lo que nos vuelve humanos.

¿Qué ha pasado con nosotros para que creamos que está bien reírnos del sufrimiento ajeno? peor aún ¿por qué pensamos que somos mejores por hacer sentir mal a alguien? ¿Quién nos enseñó que para ser “mejores” tenemos que hacer menos a los otros? ¿En qué sociedad nos hemos convertido? En una totalmente deshumanizada.

La emoción que sentí durante toda la película fue compasión, en el sentido budista, como una forma de empatía que busca evitar el sufrimiento de alguien. Compasión por ese hombre que solo busca amor y aceptación, como él lo dice; que los otros sepan que existe, e incluso saber él mismo que lo hace.

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Experimenté compasión por ese niño que se convierte en un hombre con una lesión neurológica que nunca le trataron, porque su madre estaba enferma, porque el gobierno tenía otras prioridades, porque los funcionarios no estaban comprometidos, porque las personas a su alrededor no lo querían ver.

Compasión también por todos los que lo lastimaron porque nadie les enseño que lo que le haces a otro te lo haces a ti mismo, que no saben que tarde o temprano todo regresa, la violencia y el odio vuelven aún más fuertes. También por aquellos que pensaban que valían tan poco que tenían que abusar de alguien débil para sentirse más fuertes.

Esta película no trata de enaltecer a un asesino, no existe justificación para alguien que le quita la vida a otra persona, lo que sí existe es entendimiento de cuáles fueron las causas que llevaron a esa persona a cometer ese acto, y solo prestando atención en las circunstancias es que podemos trabajar en prevenirlas. Nadie nace malo, ni siquiera el Guasón, todos estamos a un paso de la locura si la vida y las circunstancias nos empujan.

Esta película no trata de un asesino héroe, el mensaje es dar visibilidad a los invisibles, trata del egoísmo en el que vivimos donde no nos involucramos para ayudar a nadie, ni siquiera para darle una sonrisa a quien está junto a nosotros y no conocemos. Un egoísmo que sale muy caro.

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¿Cuantas veces volvemos invisible al que pide dinero en la calle, al que no tiene hogar, a quien pide ayuda, pero no es nuestro amigo? Como dice Arthur ¿cuantas veces podríamos ver a alguien muriendo y brincarlo en la calle? ¿Quién decide qué vidas valen más que otras?

Queremos lograr ciudades más seguras, entonces tenemos que empezar a trabajar en nuestra compasión, no se trata de ricos y pobres, se trata de personas. Cada uno de nosotros tenemos una historia y hemos vivido circunstancias que nos hacen ser lo que somos, unos hemos tenido más suerte que otros y lo único que eso significa es que tenemos el deber de ayudar a otro. No podemos entender a otros pensando desde nuestra historia, cada persona tiene la suya y todas merecen ser escuchadas.

Nota del editor: Jimena Cándano estudió la licenciatura de Derecho en la Universidad Iberoamericana. Obtuvo el grado de Maestría en Administración Pública, con enfoque en Desarrollo Comunitario y Transformación Social en la Universidad de Nueva York. Actualmente es la Directora Ejecutiva de la Fundación Reintegra que trabaja a favor de la justicia social, equidad de oportunidad y derechos para los jóvenes en conflicto con la ley.

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