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Una noche humillante para Justin Trudeau

En una situación de minoría, el gobierno de Trudeau se verá obligado a entablar una relación funcional con el laborista Nuevo Partido Democrático, dice Michael Bociurkiw.
mié 23 octubre 2019 05:11 PM

(CNN) - Aunque pareciera imposible, Justin Trudeau, el representante de los valores familiares, tuvo una noche de elecciones humillante.

Los electores no solo obligaron al Partido Liberal de Trudeau a aceptar que los degradaran a gobierno minoritario —obtuvieron solamente 157 de los 338 escaños en la Cámara de los Comunes—, sino que unas dos terceras partes del país votaron en su contra. Su partido obtuvo únicamente el 33.1% del voto popular, menos del 34.4% que obtuvo su rival, el Partido Conservador de Canadá, al mando de Andrew Scheer (pese a que obtuvo un porcentaje mayor del voto popular, el Partido Conservador se quedó con 36 escaños menos que los liberales).

Para ganar una segunda mayoría, los liberales habrían tenido que alcanzar o superar la cifra mágica de 170 escaños.

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Trudeau comenzó la campaña electoral canadiense con el viento en contra, particularmente por el ascenso de otros partidos en el este de Canadá que estuvieron en posición de obligarlo a quedarse con un gobierno minoritario. La campaña electoral de Trudeau también perdió el rumbo a medio camino , cuando surgieron unas fotos en las que se lo ve con el rostro pintado de negro en varias ocasiones, cuando era más joven.

Es probable que a consecuencia de estos reveses, los liberales hayan perdido varios escaños en el oeste de Canadá y que los hayan aniquilado totalmente en Alberta —provincia rica en petróleo— y en Saskatchewan —provincia dependiente de la agricultura—, lo que indica que se ha generalizado el descontento por la imposición del impuesto punitivo a las emisiones de carbono , por las políticas relativas a los oleoductos y la indiferencia arrogante ante sus frustraciones.

Una vez que se contó la mayoría de los votos y que se dieron los discursos de concesión de victoria, era comprensible que los canadienses sintieran una horrible resaca poselectoral: los discursos de los tres líderes sonaron huecos y casi no sirvieron para paliar las inquietudes ante el aumento en las divisiones en el país. Una postura extrema, pero no del todo fantástica, es que los fantasmas de las tendencias separatistas del pasado en Quebec y Alberta estén regresando. Si Trudeau y sus coaligados los ignoran, podrían provocar una inestabilidad muy inoportuna en años venideros.

En su discurso poselectoral, que pareció más un discurso de campaña que un intento por sanar al país, pareció que Trudeau sintió la alienación del oeste y les recordó a los canadienses de esa región que "son parte esencial de nuestro gran país. He oído sus frustraciones y quiero estar ahí para apoyarlos".

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Para que el gobierno minoritario de Trudeau sobreviva a cualquier voto de censura o para que logre que se apruebe cualquier proyecto de ley importante, el líder liberal tendrá que negociar con los partidos menores. La cooperación internacional de Canadá en cosas como el mantenimiento de la paz podría ser más difícil de lograr y eso podría dejar a Canadá disminuido en el escenario mundial. Además, los gobiernos minoritarios de Canadá no suelen durar más de 24 meses, así que es probable que los canadienses tengan que votar otra vez en dos años.

Unas elecciones notorias por su falta de notoriedad

En ciertos sentidos, la 43ª campaña electoral canadiense fue notoria por su falta de notoriedad hasta el día de las elecciones, el lunes, 21 de octubre. Lo que me dijeron muchos canadienses a lo largo de mi viaje por este vasto país, el fin de semana, es que les costaba identificar un solo tema urgente que influyera en su decisión.

"Si algo fue cierto en esta campaña es que los electores, particularmente los que están a la izquierda del centro, no estaban seguros de qué querían. Incluso la semana pasada, a menos de siete días de las elecciones, apenas la mitad de los electores dijo que habían decidido por quién votarían en estas elecciones", señaló el Angus Reid Institute, una fundación de investigación independiente sin fines de lucro.

Ciertamente el medioambiente era un tema relevante para los electores, pero lo raro fue que eso no se tradujo en triunfos significativos para el Partido Verde, que terminó con solo tres escaños aunque se supone que es el portaestandarte de la acción climática.

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En esta situación de minoría, el gobierno de Trudeau se verá obligado a entablar una relación funcional con el laborista Nuevo Partido Democrático (NDP), que se opone a uno de los proyectos clave de seguridad energética de Trudeau: la expansión del oleoducto que va de Alberta a la costa de la Columbia Británica. El NDP y otros partidos pusieron en tela de juicio la viabilidad del nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte . Además, el Bloc Quebecois, que se quedó con más de 30 escaños, busca más influencia en la toma de decisiones y privilegios especiales para la provincia de Quebec.

En estas elecciones, que giraron más alrededor del liderazgo y la personalidad que de los temas, los canadienses fueron testigos de ataques publicitarios tóxicos e insultos un tanto inusuales para los canadienses en los debates entre los líderes. En el caso de muchos candidatos —quienes en general han dejado una amplia huella digital— los equipos de campaña trabajaron horas extra buscando información en las redes sociales.

La popularidad de Trudeau se reduce

Una de las historias políticas más extraordinarias y casi inexplicables que surgió en Canadá en los pasados dos años fue que Trudeau perdió su estatus de estrella. Una serie de errores lo obligó a tener que convencer a los canadienses de que tiene el criterio para seguir siendo primer ministro. Dejando a un lado el incidente de la cara pintada de negro, Trudeau tuvo que lidiar con la desastrosa visita de Estado a India en 2018 , las acusaciones de que el gobierno acosó a un ex fiscal general para que le otorgara un trato favorable a SNC-Lavalin, el gigante quebequense de la ingeniería, y con sus vacaciones familiares de Navidad en una isla del Caribe propiedad del Aga Khan, el milmillonario líder de los musulmanes ismaelitas.

Luego de que se determinara que había violado varios reglamentos federales de ética, Trudeau ofreció disculpas y dijo: "Lamento no haberlo hecho; de ahora en adelante pediré autorización de la oficina del comisionado para mis vacaciones familiares".

En el asunto de SNC-Lavalin, Trudeau no ha ofrecido disculpas y dijo que su objetivo era proteger los empleos de los canadienses. Sin embargo, ahora que su gobierno minoritario ya no controlará las comisiones del Parlamento, podría haber mayor escrutinio a los actos pasados de su gobierno. "No voy a ofrecer disculpas por defender los empleos de los canadienses. Ese es mi trabajo".

Lo curioso es que en el extranjero, Trudeau sigue siendo una estrella, aunque un tanto disminuida. Incluso el ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sintió la necesidad de apoyar al líder liberal la semana pasada, cuando escribió en Twitter que "el mundo necesita ahora de su liderazgo progresista". No obstante, a los canadienses les importa poco que su primer ministro sea una celebridad y prefieren que sea alguien a quien le guste quedarse en casa y arremangarse la camisa para completar el trabajo. Lo que podría haber dañado a Trudeau es su gusto por los viajes al extranjero, por codearse con la élite de Davos y por salir en montones de desplegados en revistas de prestigio como Rolling Stone.

Trudeau cayó, pero no está derrotado y es probable que quiera comenzar su segundo mandato con una transformación de su círculo más íntimo; que quiera instalar a sabios políticos más atentos a las apariencias y dedicados a mantener a su líder lejos del peligro. "El problema con el círculo íntimo de Trudeau es que creen que siempre tienen la razón", según me dijo Yaroslav Baran, consultor político que trabaja en Ottawa.

Es muy probable que el martes por la mañana, la mayoría de los canadienses se hayan levantado insatisfechos, preocupados por la unidad canadiense y con la duda de si sus líderes políticos tendrán la fuerza para ver más allá de sus intereses miopes.

Pero nuevamente, dado el tono de los discursos poselectorales, no podemos esperar que ninguno de los líderes de los partidos, incluido Trudeau, haga un gesto significativo. Es comprensible que los electores canadienses terminen sintiéndose decepcionados.

Nota del editor: Michael Bociurkiw es analista de asuntos mundiales y fue portavoz de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Síguelo en Twitter como @WorldAffairsPro . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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