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El actuar solidariamente es un tema de justicia social

El querer tratar como iguales a todos perpetuaría la desigualdad; este no es un problema solo del gobierno, es de la sociedad en su conjunto, opina Mauricio Hubard.
sáb 14 diciembre 2019 07:00 AM
polarización - ensanchamiento de la grieta - sociedad mexicana
Por primera vez en muchos años, México se separa de la tendencia de crecimiento de su principal socio comercial, Estados Unidos, lo cual indica que el mal desempeño económico del país es endémico, considera Horacio Vives.

(Expansión) – “Podemos hacerlo mejor, y porque podemos, debemos”, esta frase resume muy bien el mensaje de Robert F. Kennedy sobre los derechos civiles en Estados Unidos en los años 60 del siglo pasado.

Es un hecho que en los últimos 30 años la riqueza que se ha generado en México y el mundo es impresionante, sin precedente alguno; la desigualdad en la repartición de esa riqueza es enorme y debe dolernos como sociedad, como país.

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Hace poco, el presidente López Obrador en un discurso mencionó que la edad para recibir el apoyo a los adultos mayores, que en general inicia a partir de los 68 años, va a aplicar a partir de los 65 para los indígenas.

El tema causó un gran revuelo a nivel social, especialmente en redes sociales y medios de comunicación, dividió aún más a una sociedad extremadamente polarizada.

Analizando las diferentes posiciones, me llamó mucho la atención las posiciones irracionales y extremistas tan absurdas que algunos políticos, comentaristas y muchos en redes sociales asumieron, ¡incluso comparando al presidente con Hitler!

Siempre he considerado que, quienes hemos nacido con mayores oportunidades en nuestra vida, tenemos una deuda para quienes han nacido en circunstancias de pobreza, de enormes desigualdades de salud, educación, alimentación, sociales, trabajo, desarrollo personal, etcétera; esta deuda la tenemos que asumir y pagarla de forma proactiva, lograr convertir nuestras ventajas en un impacto social positivo, tanto en el día a día como al futuro.

Lo ideal sería que todos o la gran mayoría de los mexicanos contáramos con un nivel mínimo de bienestar, de oportunidades y opciones que permitan el desarrollo de cada uno en lo individual, que, con su esfuerzo, preparación, fuerte trabajo y capacidad, logre salir adelante formando un mejor nivel de vida para ella o él y su familia, saber que tienen una esperanza real de progreso; hacia allá debemos enfocar como sociedad en conjunto los esfuerzos para lograr ese México en el tiempo.

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Pero regresando a la política del presidente con relación a la edad de las comunidades indígenas es necesario entender que la enorme mayoría vive en situaciones de la mayor pobreza extrema, que su esperanza de vida es menor al del medio de la población. Considero que esta decisión no solo es justa, es incluso de cuestión moral como sociedad el hacerlo; estamos hablando de seres humanos y no de un número en estadísticas.

Este tipo de políticas o medidas son conocidas a nivel internacional como “acción afirmativa o positiva”, parten de la base de que no todos los ciudadanos de un país contamos con las mismas circunstancias, no se puede tratar como iguales a desiguales.

El querer tratar como iguales a todos perpetuaría la desigualdad. Este no es un problema solo del gobierno, es de la sociedad en su conjunto.

En México, con niveles de corrupción históricos con los que se ha desarrollado la sociedad, donde algunos, actuando de manera corrupta, han generado fortunas desmedidas y, por lo tanto, haciéndose de recursos que correspondían a la sociedad en general -y que en la mayoría de los casos estaba destinados a salud-, educación, infraestructura, etc. En las zonas más pobres, esas fortunas les robaron esos recursos a los más desfavorecidos, el actuar solidariamente hoy no solo es un debate de posiciones ideológicas, es un tema de justicia social.

Esta situación lleva a un planteamiento: es un tema de retribución histórica. Hay quienes están a favor y quienes cuestionan por qué las generaciones de hoy pagan por errores del pasado.

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Yo creo que debemos de ser muy pragmáticos, reconocer el grave problema a nivel nacional con una visión y acciones para terminar con este cáncer de la realidad mexicana, que si no extirpamos puede generar violencia social en el futuro, la que afecta a todos.

¿Y cómo lograr que en el tiempo podamos revertir esta situación?

Es un tema muy complejo, no hay una receta única, se cuentan con ejemplos de programas y políticas a nivel mundial de éxito y de fracaso.

Se debe empezar por realizar un análisis sobre cuáles son las desigualdades más urgentes y de mayor impacto a abordar, ya que no se puede atacar todo al mismo tiempo, realizar un diagnóstico real, objetivo y actual por cada municipio del país.

Juntar a especialistas de diferentes áreas, nacionales y extranjeros, que diseñen las medidas y políticas a implementar tanto de corto, mediano y largo plazo; con estas, dividir el trabajo entre gobierno, planta productiva y sociedad en general de forma coordinada, un plan nacional a largo plazo, con metas medibles y que permitan replicar éxitos y/o ajustar errores, incluso por región.

Se deben eliminar los intereses partidistas y evitar usarlo con fines electorales; esto trasciende a intereses de poder.

También hay algo que es básico para solucionarlo y que hoy no tenemos: una economía fuerte, pujante y creciente que permita el contar con los recursos necesarios, generar empleos bien remunerados, promover el emprendimiento, construir escuelas, hospitales, caminos, y todo esto, de primer nivel.

Es un tema difícil, pero de justicia y prioritario; implica transformarnos en una sociedad profundamente solidaria y justa, es posible lograrlo y lo tenemos que hacer.

Nota del editor: Mauricio Hubard es Fundador y Presidente de Juntos Financiera , estudió Relaciones Industriales en la Universidad Anáhuac del Sur, graduado de la escuela de Negocios de Harvard (Harvard Business School), es miembro activo del Harvard Alumni Association, ha tomado diversos cursos en esta escuela relacionados con Microfinanzas, Gobierno Corporativo entre otros; Desarrollo de Instituciones Financieras en el JFK School of Goverment de Harvard, también de Responsabilidad Social de las Empresas por la Universidad de Stanford y el ESADE de Barcelona. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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