Hace poco, el presidente López Obrador en un discurso mencionó que la edad para recibir el apoyo a los adultos mayores, que en general inicia a partir de los 68 años, va a aplicar a partir de los 65 para los indígenas.
El tema causó un gran revuelo a nivel social, especialmente en redes sociales y medios de comunicación, dividió aún más a una sociedad extremadamente polarizada.
Analizando las diferentes posiciones, me llamó mucho la atención las posiciones irracionales y extremistas tan absurdas que algunos políticos, comentaristas y muchos en redes sociales asumieron, ¡incluso comparando al presidente con Hitler!
Siempre he considerado que, quienes hemos nacido con mayores oportunidades en nuestra vida, tenemos una deuda para quienes han nacido en circunstancias de pobreza, de enormes desigualdades de salud, educación, alimentación, sociales, trabajo, desarrollo personal, etcétera; esta deuda la tenemos que asumir y pagarla de forma proactiva, lograr convertir nuestras ventajas en un impacto social positivo, tanto en el día a día como al futuro.
Lo ideal sería que todos o la gran mayoría de los mexicanos contáramos con un nivel mínimo de bienestar, de oportunidades y opciones que permitan el desarrollo de cada uno en lo individual, que, con su esfuerzo, preparación, fuerte trabajo y capacidad, logre salir adelante formando un mejor nivel de vida para ella o él y su familia, saber que tienen una esperanza real de progreso; hacia allá debemos enfocar como sociedad en conjunto los esfuerzos para lograr ese México en el tiempo.