Hay un planteamiento base de esta nueva visión: las empresas tienen la responsabilidad de llevar a cabo sus operaciones, entendiendo y asumiendo en la práctica que la responsabilidad que se tiene no es solo con los accionistas de la misma, también con los grupos de interés o stakeholders como trabajadores, proveedores, medio ambiente, gobiernos, comunidades, etcétera. Una responsabilidad de lograr un impacto social positivo en el país y especialmente en las zonas donde opera.
Algo fundamental en este proceso es lo que en inglés se conoce como “ESG” o Enviroment, Social and Governance (medio ambiente, social y gobierno corporativo) y que implica la forma de operar las empresas con transparencia, basados en una preocupación real del impacto de las empresas en la sociedad y una implementación estricta del gobierno corporativo; son conceptos que antes no existían pero que llegaron para quedarse.
Existen escépticos que piensan que los empresarios no pueden hacer suya esta nueva forma de ver a las empresas, que basan sus opiniones en hechos de la conducta del pasado, y por lo mismo asumen que no pueden mejorar hacia el futuro, que aseguran que este llamado de las cúpulas empresariales es simplemente hipocresía.
Yo creo que las empresas que busquen la trascendencia en el tiempo, el tener cada día más clientes y operaciones más rentables, el crecer de forma sostenible, el atraer inversionistas, tendrán que ajustarse o serán relegadas por los consumidores, que cada día tienen más consciencia del poder que con su decisión de comprar productos y servicios a las mismas, y por lo mismo, el decidir bloquear a quienes no consideren que aportan a la sociedad.
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