Esto quiere decir que en épocas de recesión como la actual, las empresas más pequeñas tienden a desaparecer con más frecuencia.
Ante esta realidad, en primer lugar se necesitan medidas macroeconómicas para asegurar la continuidad en la cadena de pagos. En cuanto al flujo de créditos, las empresas más pequeñas deben contar con liquidez inmediata para superar la presión de las obligaciones salariales, mientras que las grandes preferirán alivios tributarios.
En el sector de servicios a las empresas, crítico dentro de las cadenas de valor, debe habilitarse el crédito a mediano y largo plazo. El sector de servicios a los hogares debería revitalizarse muy rápidamente al recuperarse la demanda, por lo que la necesidad de apoyo debería ser relativamente limitada, con alivios y aplazamiento de pagos, y sólo en algunos casos con subsidios directos.
En América Latina los países han tomado diversas medidas para evitar una caída económica sin precedentes. En el ámbito financiero, por ejemplo, algunos han fortalecido o ampliado sus sistemas de garantía para facilitar el crédito a empresas; han flexibilizado los encajes bancarios para ampliar la liquidez; han establecido normas temporales para permitir a los bancos la reestructuración de créditos o la ampliación de plazos y moratorias para los pagos de cuotas, entre otras.
Otros han establecido directamente líneas de crédito para capital de trabajo para mipymes, y han creado fondos para respaldar las operaciones del sector financiero hacia las empresas.