Por esta razón hay que “ayudarle” al índice subyacente reduciendo un poco más su objetivo de largo plazo.
Existen múltiples razones por las cuales es conveniente y necesario reducir a 2% el programa de objetivo de inflación del Banco de México:
- El objetivo de 3% (con un punto porcentual de desviación) parece elevado dado el potencial de crecimiento del PIB mexicano, actual y de largo plazo. Es decir, si la expectativa de crecimiento de la economía estuviera alrededor de 4%-5%, evidentemente, el objetivo de inflación debería ser más relajado. Sin embargo, este no es el caso. La economía mexicana entró en un ciclo recesivo de cierta longitud que, a su vez, modifica y deteriora el potencial de crecimiento de largo plazo.
- El objetivo de inflación de 3% ya se cumplió en los años 2015 y 2019; por ello, la credibilidad de dicho objetivo no está en duda. Sin embargo, en un país con serias limitaciones del ingreso y con una amplia sensibilidad a los incrementos de precios de productos básicos, una inflación objetivo y perpetua de 3% puede lastimar lentamente el ingreso real de las personas, además de que no preserva el poder adquisitivo de la moneda. Parece elevada.
- Nos encontramos en una nueva era mundial de bajas tasas de interés. Tan bajas, que en algunos casos llegarían a ser negativas por un tiempo determinado. Incluso, después del periodo de recuperación global post COVID-19, las tasas de interés seguirán, irremediablemente, estacionadas u orbitando asintóticamente hacia cero. En términos inflacionarios, lo anterior sugiere que el canal de contagio de las políticas monetarias laxas hacia la inflación está perdiendo fuerza.
OPINIÓN: El Banco de México, responsable ante el COVID-19