El nuevo paradigma de una sociedad que convive a la distancia deja en claro que se requieren adecuaciones tecnológicas y sobre todo una concientización para los usuarios en dos perspectivas, como alumnos y como maestros, cada uno con sus respectivos retos a identificar e intentar homologar para el cuerdo desempeño de toda labor.
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Queda otro punto claro, los nativos digitales, esos niños que muchos afirman nacieron con el teléfono en la mano, están estrechamente relacionados con la forma intuitiva de cómo utilizar la tecnología, siendo los guías de muchos usuarios mayores para colocarles la aplicación de moda para realizar videollamadas. Este último planteamiento está muy lejos de poder ejemplificar o contrastar un buen uso con parámetros de ciberseguridad que podría desbocar en un daño notorio mayor reflejado en el mundo real.
Se ha convertido en todo un circo de personalidades digitales el hecho de estar frente a un dispositivo y una cámara interactuando con otros, entre risas por el escarnio que llega a redes sociales, entre llanto por el desconocimiento de uso o limitación por brecha digital particularmente en edad para los usuarios responsables de tener que alojar una sesión.
Nota del editor: Carlos Ramírez Castañeda es especialista y apasionado por el Derecho Informático, particularmente en ramas de Ciberseguridad, Cibercriminalidad y Ciberterrorismo. Tiene un Máster en Derecho de las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicaciones de Santiago de Compostela España, Doctor en Administración y Políticas Públicas de México. Es colaborador de diversas instituciones académicas y gubernamentales, profesional siempre interesado en temas de ciberprevención particularmente con sectores vulnerables. Síguelo en Twitter como @Ciberagente . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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